Opinión

El Dios no conocido

El capítulo 17 del Libro de los Hechos de los apóstoles narra en sus versículos 16 al 34 la experiencia que San Pablo tiene en Atenas, cuna de la cultura y madre de la mayoría de las instituciones que hasta la fecha persisten. En el Areópago, literalmente cerro de Marte, una plaza donde celebraba sus reuniones el Consejo de la Ciudad, el consejo ateniense, donde también los filósofos tuvieron su protagonismo. Ahí Pablo pronuncia un gran discurso, lleno de fina ironía. El refiere que en cada santuario de la ciudad se encontraba un altar dedicado a cuantos dioses se suponía que había. Hallé, refería San Pablo, un altar al Dios no conocido.

“Al que vosotros adoráis, pues sin conocerle, es a quien yo os anuncio”

Igualmente nosotros anunciamos a un Dios, verdadero, vivo y personal. Un Dios trascendente quien da a todos vida y aliento.
Los griegos temían no mencionar a algún dios que no conocieran y de esa manera ofenderlo, pensaban que colocando un altar y dedicándolo al Dios no conocido, se protegerían. Esto es interesante porque hoy día ni siquiera se hace esto, sino que sin ningún temor al parecer, muchos viven como si Dios no existiera.

Actualmente vemos la tendencia de la humanidad que en lugar de evolucionar regresa después de más de dos mil años de cristianismo a esa época de la historia. Los filósofos citados de las escuelas epicúreas y estoicas, se encuentran representadas en nuestros días, posiblemente usted sin darse cuenta pertenece a una de ellas. Veamos, los epicúreos, seguidores de Epicuro, señalaban que el fin de la humanidad era la felicidad y el placer. Este placer, según sus ideas, se encuentra en evitar el exceso de miedo a la muerte, es permitido burlarse de ella (cualquier semejanza es mera coincidencia) ellos creían que si los dioses existían, no estaban implicados en los sucesos de la tierra.

Los estoicos seguidores de Zenón, que se denominaba así porque sacaron su nombre del lugar donde Zenón enseñaba, un pórtico “stoa” en griego, ellos eran panteístas enseñaban que el universo se regía por una voluntad absoluta, hacia la cual los humanos debían conformar su voluntad y ser y manifestarse insensibles a los cambios o circunstancias externas, por ejemplo, si un ser querido moría no se debía siquiera llorar, de entonces viene eso de “sufrir estoicamente”.

Sin embargo, el punto central es este: Dios no debe ser desconocido para nadie, sino que debemos conocerle. Este conocimiento ahora es posible gracias a la Biblia, que es la revelación de Dios. Por ella conocemos su amor y misericordia. Conocer a Dios es lo más hermoso que pueda ocurrir al hombre del siglo XXI porque es profundizar en las aguas insondables del perdón y asegurar la existencia del ser humano.

Conozca a Dios, lea la Biblia, conozca a su hijo Jesucristo. Si usted quiere tener una idea de Dios, la imagen más completa de Él está en su Hijo. La invitación está hecha, la oportunidad es ahora, usted no debe diferir este momento, tome el bendito libro y empiece leyendo el evangelio de San Juan, estas páginas le mostrarán el Dios bien conocido y los beneficios para usted serán incalculables ¿cree usted que vale la pena? Hágalo, hágalo ahora.

Aarón Cortés Hernández es Pastor General de la
Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.org

 

 

Acerca de Aarón Cortés Hernández

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