La extinción de la Secretaría de la Reforma Agraria es lamentable por todos conceptos, porque ello atenta de raíz contra los derechos y la libertad del hombre del campo. Es un golpe más contra el mexicano del medio rural, puesto que el problema de la restitución de la tierra a sus verdaderos dueños, es tarea aún no concluida.
Dice acertadamente el sabio adagio popular que “el hombre, para ser verdaderamente libre, debe ser dueño de tierra” , consecuentemente, querido lector, si usted no es dueño de tierra, aunque se trate de un pedacito, no es verdaderamente libre y en los últimos años, al mexicano del pueblo se le cierran cada vez más las puertas a este derecho fundamental.
Desde hace tiempo, a las familias se les ha quitado, en la práctica, el derecho a la compra de un lote en fraccionamientos que antes estuvieron al alcance de la mano del ciudadano común y corriente y con ello, la libertad del pueblo sufre incalculable mengua. Ahora, sólo tiene la opción de comprar un departamento en condominio construido por latifundistas urbanos aliados con funcionarios corruptos, para medrar como lo hacen los hijos de la Sra. Martha , convertirse en multimillonarios “de la noche a la mañana” y negar con ello el acceso a la propiedad de la tierra a los mexicanos de hoy. Un departamento en condominio, no libera, sino esclaviza, por los compromisos que se adquieran en materia de mantenimiento y otras obligaciones.
Tratándose de la tierra en el medio rural, cabe recordar que hasta los mismos conquistadores, por órdenes de la Corona de España, respetaban las tierras que fueron llamada comunales y los virreyes otorgaron las mercedes correspondientes. Para los recién llegados y los monarcas hispanos fueron las tierras no ocupadas.
El acaparamiento, el robo, la especulación con tierras a costa de los terrenos comunales y ejidales –el ejido viene desde la Colonia–, de la clase indígena, originaria y legítima dueña de la tierra dio origen al latifundismo que creció desmesuradamente –a costa de desposeer al indígena, cabe reiterar–, durante los casi 300 años coloniales.
Posteriormente en el Siglo XIX, las tierras de “manos muertas” que correspondía a las de los indígenas administradas por el clero, en base a las Leyes de Reforma, sirvieron para acrecentar el latifundismo durante el período porfirista.
La Revolución Mexicana estalló en 1910 y al ponerse a la vanguardia la lucha por la restitución de la tierra a sus verdaderos dueños, bajo el lema “Tierra y Libertad” y “La Tierra es de quien la trabaja” de Emiliano Zapata, después por la Ley Agraria del 6 de enero de 1915 expedida por el “Varón de Cuatro Ciénegas”, Venustiano Carranza, surgió el Departamento Agrario primero y posteriormente la Secretaría de la Reforma Agraria en 1974, para la reivindicación la tierra al campesino sustraída por el latifundismo virreynal y del Siglo XIX
Al momento de declarar el Presidente Felipe Calderón la semana pasada, la extinción de la Secretaría de la Reforma Agraria, se pretende terminar con el proyecto de redención social a base de la restitución de la tierra a sus propietarios, iniciado por la Revolución de 1910. Cabe recordar también que, de hecho, la Secretaría de la Reforma Agraria ya estaba sentenciada a muerte desde el año 2003, cuando Vicente Fox sólo se le destinó el 3 por ciento del presupuesto destinado al Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable.
El Departamento de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Chapingo, por conducto de Taydé Morales, considera que “Desde la perspectiva neoliberal, se clausura una secretaría estorbosa, que mantenía viva en la sociedad campesina la idea de reivindicar la lucha por la restitución de la tierra a sus originales y legítimos dueños y ello estorba a un gobierno que continúa encontrando los caminos jurídicos para que los terrenos nacionales y de propiedad social con riqueza natural y de subsuelos, sean propiedad privada”. Cabe mencionar que, con ello, se retorna nuevamente al latifundismo virreynal y porfirista, ahora en manos del neoliberalismo.
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