El escándalo los cubrió a todos. Y puso en claro la forma tan pobre que se tiene de hacer política en el Distrito Federal con tal de alcanzar los objetivos planeados. Rafael Acosta, “Juanito” es todo lo que se quiera, excepto un verdadero político. Y ello para no hablar de un efectivo servidor público. Es un vividor absoluto. Y un verdadero golpeador. Un tipo que busca sacar ventaja de todas las situaciones. Y capaz de cualquier cosa con tal de alcanzar su beneficio personal. Así, la primera evidencia en todo el escándalo en Iztapalapa, pone en claro que quienes dieron origen al caos político nunca tomaron en cuenta las “habilidades” de “Juanito”. Después, una vez creado el esperpento, los autores buscan simplemente, alejarse del problema y evadir su responsabilidad. Pero Andrés Manuel López Obrador no puede quedar fuera de este caso. Como tampoco pueden lavarse las manos Jesús Ortega y sus aliados que, con tal de robarle una candidatura al tabasqueño, dieron vida a un conflicto político que hoy muestra la fragilidad política del Distrito Federal. Sería injusto olvidar a las autoridades electorales que, siempre dispuestas a quedar bien con el poder, acudieron en apoyo a los “chuchos” y acabaron de dar vida al ridículo internacional que convirtió al país en el hazmerreír de todo el planeta. Ahora Marcelo Ebrard tiene un problema real en las manos. López Obrador expone su incapacidad para controlar hechos imprevistos. Y el PRD deja ver todas sus miserias internas siempre ligadas a la ambición y al poder…
Y ya que el Distrito Federal cobra presencia en el escenario político, habrá que esperar poco para saber el tamaño de los aumentos que se dejarán caer sobre los capitalinos a partir del primer minuto del nuevo año. Por lo pronto, la idea de subir el costo del Metro un 50% es en realidad, una medida que muestra que el discurso de Marcelo Ebrard y perredistas que le acompañan nada tiene que ver con sus verdaderos proyectos. Habrá que recordar que el perredismo se ha dedicado a elevar tarifas de transporte cada año. Y que para disfrazar buena parte de ello lo que ha hecho es crear un monopolio a través del METROBUS. Pero el aumento en el Metro tendrá un costo político. Y no será menor. Y las pistas de hielo y las playas perredistas, no serán suficiente para controlar el efecto. Especialmente por que los capitalinos tienen sobre sus espaldas ya los aumentos en todos los terrenos. A esto habrá que aumentar el costo del agua y otros servicios y entonces tendremos que la capital de la República será un verdadero desplumadero social. Claro, el PRD y Marcelo Ebrard siempre podrán alegar que todo está servirá para atender “primero los pobres”… Las encuestas son demoledoras. La popularidad de Felipe Calderón simplemente se ha desplomado: una caída en el último trimestre de casi 16 puntos es algo importante, diga lo que diga el discurso oficial. Ante esta situación, el Presidente Felipe Calderón habla de ganar la confianza ciudadana, con lo que confirma que no la tiene. Habla del retroceso que sufre el país en materia de promesa y recuerda que estamos en los niveles del 2005, lo que resulta inaceptable. Y con ello nos hace ver que el sexenio de Vicente Fox fracasó en la materia y que los primeros tres años del actual sexenio simplemente se han evaporado sin alcanzar nada. Otro tanto sucede en materia de narcotráfico. Felipe Calderón señala que habría que ver las condiciones en las que recibió el país en ese terreno. Pero entonces resulta inexplicable que haya llevado a los puestos de combate a la delincuencia organizada a los mismos que fracasaron con Vicente Fox y que en estos tres años no han logrado capturar a uno sólo de los verdaderos capos y que no han podido detectar nada en el campo del lavado del dinero. El discurso del presidente resulta confuso. Y cuando coloca la responsabilidad de los problemas en el pasado o en el exterior, lo que en realidad consigue es que la sociedad pierda confianza. Y ello se refleja en la caída en las encuestas… Una vez que inicie el año, arrancará la actividad política abierta para la conquista de las gubernaturas que se disputarán este año. Y como los indicadores señalan que el PAN no cuenta con muchas posibilidades para alcanzar triunfos importantes, son muchos los que suponen que Felipe Calderón dejará que el peso del estado trabaje a favor de su partido y sus candidatos. Pero si ello se cumple, lo que tendremos en las manos no será otra cosa que la ruptura de los acuerdos políticos. Y sin acuerdos, todo lo que sea reformas, planes de emergencia y reestructuración del gobierno podrían venirse por tierra.
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