Enrique Peña Nieto se erige como el ganador indiscutible en la elección para presidente de la República. Es virtual triunfador. La diferencia de votos a su favor, dos millones y medio, aproximadamente, siguiendo la información del PREP, es clara muestra de que ese triunfo no lo debe a pretendidos caudillos, ni a grupo de poder alguno, sino a quienes le entregaron su confianza. A quienes ven en él a un hombre de palabra. Honrará sus compromisos. El mayor: el “Compromiso por México”.
“Compromiso por México”. Y compromiso con México. Porque con México, con los mexicanos y las mexicanas, todos, donde estén, gobernará para superar los problemas del presente y proyectar a la nación a un futuro cierto.
Enrique Peña Nieto, inspirado en Adolfo López Mateos, “Adolfo el joven”, y en el espíritu de Luis Donaldo Colosio, en acelerada formación de estadista, tendrá la capacidad para unir a cuantos estén dispuestos a ello, en la jornada de transformación de México.
Desde la plataforma de su postulación como candidato del PRI y del PVEM, con el apoyo de correligionarios y simpatizantes, convocará a personas, a fuerzas, políticas y civiles, al trabajo por México. Su capacidad para escuchar, entender y atender, mostrada a lo largo de su campaña, alcanzará sus mejores expresiones en el ejercicio de un gobierno incluyente. Estará pendiente de las demandas de mayorías empobrecidas; de mujeres que reclaman igualdad de género; de adultos mayores merecedores de atención acorde a su condición; de adultos que aspiran a trabajo digno, con retribución igualmente digna; de los grupos vulnerables a quienes debe proveerse de servicios suficientes.
Estará atento a las voces de los jóvenes para satisfacer sus reclamos. Las de quienes no estudian ni trabajan, las de los que sí estudian, sí trabajan, sí participan de manera formal y consistente en instituciones de la sociedad civil y en organizaciones políticas. Seguirá con atención las acciones de los jóvenes del campo y de la ciudad, las de aquellos que dejan su hogar en busca de oportunidades que ahora se les niega en su tierra de origen. Les devolverá fe y esperanza en su patria.
Enrique Peña Nieto, con visión de Estado, con quienes le acompañarán en el ejercicio de gobernar, hombres y mujeres con capacidad, honorabilidad, personalidad, dará cumplimiento a sus responsabilidades. Convocará con cabal puntualidad a los poderes legislativo y judicial a un ejercicio eficaz y transparente. Semejantes deberán ser las acciones de los otros dos órdenes de gobierno, con sus instancias respectivas: municipios con sus ayuntamientos; estados, gobierno del DF; legislaturas y poderes judiciales.
La misión ha sido oportunamente anunciada por el candidato virtualmente vencedor: modernización de las instituciones patrias, las reformas legislativas (políticas) necesarias para conseguirlo. Disminución de la pobreza, cuantitativa y cualitativa; solución al reto educativo; cobertura universal de salud; acceso a una alimentación suficiente y sana para todos; empleo digno, suficientemente remunerado. Cumplimiento de responsabilidades ambientales de orden internacional. Alivio de los problemas de inseguridad. Ejercicio de una gestión eficaz, contraria a las prácticas corruptas causantes de muchas de las tragedias que padecemos.
¿Herramientas? Entre muchas, iniciativas al Congreso para hacer viables los propósitos; inversión suficiente al campo; ampliación de la infraestructura vial y de comunicaciones, mejoramiento de la que ya existe; modernización las industrias estratégicas de México, PEMEX y CFE.
Acéptese, Enrique Peña Nieto ha venido forjando un liderazgo que le permitirá encabezar la construcción de un modelo de desarrollo que, sin excluir valores y requerimientos universales, corresponda a nuestra manera de ser, a nuestra forma de hacer lo necesario para cambiar fracasos en éxito. La tarea es de todos, y de todas. El candidato, virtualmente triunfante, desde ahora, responde con tolerancia a quienes utilizan el rencor como método para intentar una ruta que les ha sido negada por el voto.
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