La más exacta descripción de este hombre que cambio el panorama de Escocia es: elocuente como Savonarola y gran estadista como Juan Calvino.
Los hombres que trascienden reúnen cualidades que les distinguen para siempre, ellos son los que hacen la diferencia en una nación que quiere despertar y ser grande.
Juan Knox, nació en Haddington en 1546, en el seno de una familia campesina.
Él era un hombre religioso y leal pero se transformó en un hombre consciente al ver el martirio de su maestro George Wickart, pero sobre todo porque se le consideró hereje, siendo su maestro el más completo seguidor de los principios evangélicos.
Por la misma causa, Knox conoció el rigor de los sufrimientos en una galera francesa y probó allí en sus nobles espaldas el látigo por cerca de diecinueve tormentosos meses.
De esta angustia y confusión, salió para liberar a Escocia de la superstición y echar las bases de lo que ahora es esta nación.
Juan Knox, luchó contra una jerarquía astuta, una nobleza indigna y una monarquía de lo peor que ha habido en la historia.
Con la reina María de escocia tuvo seis entrevistas, esta era hábil y hermosa, pero muy romanista y dedicó todas sus gracias a la tarea de aplastar a Knox. Lo adulo, amenazó, cortejó, uso las lagrimas y no escatimó tampoco las sonrisas. Y no pudo jamás aceptar que Knox estuviera a salvo de sus encantos.
Este hombre no sucumbió, porque era el hombre predestinado para levantar los cimientos de la nación.
Un poco mas de este relato. Un día María tuvo que exclamar: “¡No tiene miedo! me doy cuenta de que mis súbditos te obedecerán a ti y no a mí”.
Hemos puesto juntos en estas colaboraciones a tres hombres singulares, porque son ejemplos de lo que los hombres pueden hacer para la formación cívica y nacional de los pueblos que aspiren a ser verdaderamente libres.
Es muy posible que Savonarola, Calvino y Knox hayan cometido errores; la historia los critica, pero gracias a ellos y a muchos otros que no podemos ahora considerar, el mundo es diferente aunque no sea perfecto.
Estos hombres sin duda con equívocos, tuvieron en cambio la firme convicción de que en esta tierra, se hiciera la voluntad de aquel de quien se hace en el cielo.
Y por último, o la vida es ascendente o la vida es decadente. La vida ascendente es a través de los principios del Evangelio. No vayamos a una vida decadente de marchas sin sentido; sino con la ciencia y la tecnología que poseemos, apliquemos la sabiduría de la persona más grande que ha pisado esta tierra su nombre es: Jesús de Nazarteh.
* Pastor General de la Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.org
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