* Que el cordero del pastor haya preferido ir al supertazón a Arizona, en lugar de asistir al inicio de los trabajos del último periodo ordinario de la LXII Legislatura no es importante. Que el presidente del CEN del PAN, Gustavo Madero, anuncie una investigación al respecto, es lo de menos. La sanción a la cual pudiera hacerse acreedor el senador, quien algún día soñó con la candidatura de su partido a la Presidencia de la República, y a la presidencia misma, es baladí; deberá ajustarse a lo señalado por los estatutos de su organización política, nada más. Que el exsecretario de Hacienda calderonista, quien sostenía que con 6 mil pesos mensuales alcanzaba para adquirir la canasta básica y más (aunque después haya dicho que no fue así) no haya asistido a la sesión inaugural del Congreso es una nimiedad ante la oportunidad superior de ver el craso error de la ofensiva de los Halcones Marinos de Seattle en la última jugada del partido. Sobre todo, si es seguidor de los Patriotas de Nueva Inglaterra.
* Quién se preocupa por un senador azul más o uno menos. Al fin en este país no pasa nada. Don Ernesto, no se deje. No le ocurra lo mismo que a los diputados de su instituto político por divertido jolgorio de Puerto Vallarta, causa de la destitución de Luis Alberto Villareal de la coordinación de su grupo parlamentario. O al senador Jorge Luis Preciado por animada fiesta en el cumpleaños de su esposa en la sede de la llamada Cámara Alta; cómo que los mariachis no pueden actuar en tan emblemático recinto. Faltaba más.
* En columna pasada dijimos que las Chivas no se irían a la segunda división porque al futbol nacional no le conviene. Los tapatíos, insisto, llenan, o llenaban pero volverán a hacerlo, los estadios que visitan. Pero no así. Que castiguen a un jugador rojiblanco por fingir una falta, ex post, parece improcedente. A quien debe sancionarse es al árbitro, a sus auxiliares. Por falta de capacidad, porque no vieron la simulación o por carencia de condición física, sólo por eso. No es creíble acción mal intencionada de su parte.
* Ah qué joven este Marcelo Ebrard. Finísima persona. Profesional inteligente, pulcro, humilde, buena gente. Asegura que las acusaciones de que ha sido objeto son cuestión política. Viene directamente de Los Pinos y de la Secretaría de Gobernación, dice. ¿Cuáles serán sus fuentes? Tiene en sus manos las pruebas de la afirmación, suponemos. Las de esa y de otras acusaciones. Calumnias todas. En tanto no hace señalamientos si no están bien fundamentados, dignas de crédito han de ser sus palabras de que lo sucedido con la Línea Dorada, se debe, entre otras cosas, a su confianza en ingenieros mexicanos. En eso no coincido. Soy un convencido de la muy alta calidad de nuestros profesionales de la ingeniería. De los egresados de la UNAM y del Poli. De los de otras universidades, como la veracruzana, y aún de instituciones particulares, entre ellas el Tec de Monterrey. Por cierto, no he visto respuesta de la Unión Mexicana de Asociaciones de Ingenieros, UMAI.
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