Hubo de suceder la ejecución de un agente estadounidense, contra los 36 mil homicidios registrados de México, sólo en el sexenio calderonista, para que en el imperio del norte elevaran voces de alarma por el uso de poderosas armas y exigieran el final del contrabando a nuestro país.
A los “primos” no les preocupa tanto que los protagonistas de los cárteles e inocentes mexicanos sean perforados por gruesos proyectiles o les caigan encima las granadas explosivas.
No. Les alarma que los “cada vez más agentes de la DEA en México” o de otras corporaciones gringas sean abatidos por balas AK-47, R-15 y las muy poderosas de calibre 50, capaces éstas de perforar el blindaje siete, el más resistente de cuantos existen.
El procurador de Justicia de EU, Eric Holder, manifestó en el congreso de su país la preocupación porque “con el crecimiento de agentes de la DEA que tenemos en México, sean usadas las armas compradas aquí, en EU y usadas contra ellos”.
En virtud de esa preocupación, Holder propuso que cada comerciante en armas reporte cuando alguien adquiera más de dos, a lo cual guardaron silencio los legisladores republicanos, protectores de fabricantes de artefactos bélicos.
Holder quiso llegar más lejos al solicitar un presupuesto para regular la venta de rifles y pistolas, lo cual le fue negado y de milagro no fue sacado a puntapiés del recinto legislativo. Allá es de lesa patria atentar contra los negocios, y no importa el número de muertos que sucedan si prospera la fabricación de implementos letales.
El gobierno de EU conoce el negocio armamentista. Tan es así que en cuestión de días llegaron los investigadores a un suburbio de Lankaster, al sur de Dallas, Texas, donde fue vendida el arma utilizada para ultimar al agente Jaime Zapata.
A la vez fueron detenidos dos de los vendedores de pistolas, rifles y granadas y se dijo que están ligados al cártel mexicano de los “Zetas”. Esa tienda fue investigada hasta después de ser muerto el agente Zapata. ¿Por qué fue intocable a lo largo de meses o años?
En tanto, ¿qué hace el gobierno mexicano para impedir el contrabando de armamentos? Nada, absolutamente nada, debido a que los cárteles imponen su ley.
Me platicó un agente de aduanas de Ciudad Juárez: Por lo general, a las dos de la madrugada llega una veintena de enmascarados a la garita y ordena: ¡Nadie se mueva, van a pasar dos traileres y no serán revisados! Tan, tan.
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