En la presentación de la iniciativa para la reforma energética, dijo el Presidente Enrique Peña Nieto, “México se encuentra ante una oportunidad histórica. El país tiene la posibilidad de emprender una Reforma capaz de transformar y elevar la calidad de vida de todos los mexicanos.”
De eso se trata, de superar nuestras condiciones de vida. Colocarlas en el rango del mundo de hoy. Con indicadores equivalentes a los de países desarrollados, en educación, alimentación, salud, vivienda, empleo, recreación. No aspiramos a menos. No son anhelos de tercermundismo, en lo económico, nos motivan. Sí, en cuanto a valores. La nuestra es una nación diferente a las hacedoras de la guerra, negocio y modo de conquista, motivo de su existencia. México no pretende apropiarse de bienes ajenos, ser policía de nadie, ni de servir como tal a los intereses de los gobiernos que sean. Ocupados estamos en cambios que libere de la pobreza a 53 millones de connacionales.
Dijo el Presidente, “estaré enviando al Senado una Iniciativa de Reforma a los Artículos 27 y 28 de la Constitución, que confirma la propiedad de la Nación sobre los hidrocarburos y permite al país aprovechar sus abundantes recursos energéticos bajo la estricta rectoría del Estado.”
Claro, las reformas van más allá de lo que implicaría modificar, con pretensiones de actualización, leyes secundarias. Quienes participan en los procesos económicos, torales en este caso, a los que particulares tienen acceso, demandan certeza jurídica. Qué más certidumbre que lo prescrito por la Constitución aunque, lo hemos visto, hay quienes, servidores públicos o no, no acatan una ni otras. Ni siquiera van por la aceptación de lo dictado por el sentido común para la preservación de los valores, de lo vital para la supervivencia y vigencia de las instituciones.
“Con esta Reforma Constitucional las familias podrán sentir en sus bolsillos, los beneficios de que nuestra economía vuelva a crecer a mayores niveles, como no ha ocurrido en las últimas décadas. Si aprovechamos esta gran oportunidad se habrán de crear cientos de miles de nuevos empleos. Si la llevamos a cabo, bajará el precio de la luz y del gas.”
Vaya que nos hace falta crecer, en la cantidad y calidad de cuanto requerimos para mejorar las formas de vida. Díganlo si no los cientos de miles de jóvenes ni, ni, ni: ni trabajan, ni estudian, ni tienen esperanza. Agréguensele cuántos carecen de alimentación, no se diga nutritiva, sino de cualquier forma. Díganlo quienes no tienen acceso a servicios de salud suficientes y eficaces, como la carta fundamental lo prescribe, las familias que no tienen vivienda digna y los servicios correspondientes.
Para las cuestiones de la alimentación estratégicos son el campo y su población. Esto hace entendible que Enrique Peña Nieto precise: “Nuestro campo, también, se beneficiará con mayor producción nacional de fertilizantes, habrán de ser más accesibles y, en consecuencia, México tendrá mayor producción de alimentos a mejores precios.” Producción nacional de fertilizantes, en la actualidad mucho dependemos de su abasto en un mercado internacional por Naturaleza incierto. Lo advierte el secretario de Agricultura, Enrique Martínez y Martínez.
En la explicación de la iniciativa, puntual es la referencia al Presidente Lázaro Cárdenas quien dos meses y medio después de la Expropiación creó Petróleos Mexicanos, e impulsó una reforma al Artículo 27 Constitucional que otorgó al Estado el derecho exclusivo de explotar el petróleo. Se permitía que el Estado celebrara contratos con particulares, y así de esta manera aseguraba la producción de hidrocarburos bajo la rectoría gubernamental.
Que no todas las fuerzas políticas estén de acuerdo se explica. Sin embargo, en un sistema democrático la decisión corresponde a las mayorías. Las unanimidades es una utopía.
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