Opinión

Ja, ja, no me dolió

Sólo había de dos: una, dejabas pasar la oportunidad de zamparle tremendo manotazo a tu compañer@ de juego o la segunda, te rajabas y calificabas el “jueguetito” como una muestra del deseo masoquista que todos guardamos en el clóset para no quemarnos ante los Limantour o los Corcuera. ¡Claro!, se trataba de una actividad casi exclusiva de cualquiera que padeciera el síndrome de la mujer golpeada o el varón, también cualquiera de dos.

Debo aclarar y confesar, fui uno de los “gandallas” que tras surtir dos o tres feroces manotazos a las mejillas de contrincante, cuando a me tocaba me surtieran salía con el clásico, “ya no juego, me rajo, tu ganas”. La cara de frustración e interrogación, que ponían mis compañer@s de juego sólo es comparable a la que muchos candidatos pusieron cuando el voto no les favoreció, y sin querer queriendo, la vida me llevó a recordar esos tiempos.

Me explico. En esta administración federal a alguien, uno de esos “celebros” que todo lo resuelven en el escritorio y, por supuesto, para beneficio propio y de su círculo rojo, se le ocurrió que en el servicio de carrera se encontraba la llave para quedarse unos años más pegados al presupuesto.

Así en una jugada, como de carambola rusa, los que tenían puesto de confianza, con salarios de “ai te encargo”, pasaron a ser servidores públicos que la mitad de su vida se la habían pasado estudiando, en cursos de 36 horas por 4 de descanso, vaya, un ejemplo de atención a la “comunida”.

Pues ¿qué crees?, me dicen que les dijeron al observar como se relamían los bigotes de Don Porfirio, se va a presentar una iniciativa en dónde, pues se regresa a lo del puesto de confianza. ¿cómo, por qué, dónde, quién dice, por qué se meten con mis macetas?, pues así, de confianza eras y en de confianza te conviertes o lo que es lo mismo; no eres tú soy yo, nada de que ya me rajé o que en mi cartita a Santa Claus le pedí caer para arriba. Ja, ja, no me dolió!!. Cierro pico.

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