Pocos anuncios del Banco Mundial tienen la capacidad de alterar las estrategias oficiales en todos los terrenos como el que se acaba de lanzar en torno a México. El trabajo del gobierno es de mala calidad y carente de resultados, que ha llevado al país a una posición en la que, mucho más allá de la caída evidente en todos los renglones, lo que aparece es la creciente tensión política. En pocas palabras, el Banco Mundial lo que ha puesto en la mesa de las discusiones no es una situación económica difícil o una tensión política creciente. Lo que la institución financiera ha destapado es la incapacidad oficial para hacer frente a los retos del momento. Y ello, no es poca cosa. Este es un punto que, más tarde o más temprano, repercutirá directamente en el ánimo de los mexicanos. Por supuesto, la discusión no será inmediata. Pero el tema está a la espera de que se tomen las decisiones del caso y se llegue al fondo del problema… Pero las discusiones entre los mexicanos no son pocas. La agenda nacional se ha cargado sobremanera. Y por supuesto, las elecciones ocupan el lugar preponderante. El voto es apenas el inicio de lo que será un debate de larga duración y de alto impacto. No importa en términos prácticos el resultado final. Lo que en realidad es importante, es la forma en que se registrarán los hechos un día después de las elecciones. Esto es, una vez que los resultados estén a la vista. Así, si las encuestas resultan ciertas, la gran interrogante no gira en torno a la forma en que los partidos tomarán sus nuevas posiciones, sino en torno a la estrategia que seguirá el gobierno para recomponer los canales de comunicación y los puentes para los acuerdos.
No es necesario ser un adivino para entender que no habrá un partido que arrolle a los contrarios. Así, queda claro que la nueva composición en la Cámara de Diputados obligará a nuevos acuerdos. Así las cosas, ¿cómo puede el gobierno aspirar a esos acuerdos si encabezó la campaña sucia en contra de sus rivales con lo que a partir del lunes tendrá que negociar? La respuesta no parece ser muy complicada. El gobierno de Felipe Calderón tendrá que realizar algunos ajustes en su entorno. Si el PAN obtiene la primera posición, no será vía la mayoría absoluta. Y ello obligará a negociaciones. Si el PRI gana la primera posición, es obvio que el gobierno estará aún más obligado a los acuerdos. Y en ambos casos parece lógico entender que Germán Martínez, el encargado de enturbiar las elecciones mediante la guerra sucia, no estará en la mejor posición para convocar a los acuerdos y acercamientos. De esta manera, en el seno del PAN parece que el horizonte obligará a ciertos ajustes. Después, si el gobierno utilizó las instituciones de seguridad para golpear a los rivales y los resultados electorales están lejos de brindarle la posición de fuerza que se pretendía, ocurre lo mismo. Esto es, no parece lógico pensar que el gobierno aspire a negociar con, por ejemplo el PRD, cuando fue el aparato de justicia el instrumento para atacar al partido del sol azteca en sus centros de poder. El gobierno estará obligado a partir de este lunes a poner en claro su estrategia para hacer frente a la crisis económica. Como se espera, elevar el precio de la gasolina, entre otros, habrá dado un paso claro, pero insuficiente. Y para consolidar sus medidas, deberá tener el respaldo de los partidos rivales. Así, ¿quiénes se harán cargo de esas negociaciones? Beatriz Paredes parece dispuesta a no dejar la dirigencia nacional del PRI. Y tendrá que solicitar licencia como diputada para poder responder a su estrategia. Puede claro está, querer ser diputada y permanecer en el control del PRI. Pero las presiones que se han dejado sentir sobre esta idea podrían alcanzar niveles singulares… Por cierto, una vez que las elecciones terminen, uno de los grupos que más atención le pondrá a los resultados, es el de Manuel Espino. Y pueden apostar a que Germán Martínez recibirá parte de los pagos pendientes
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