Jesús Villanueva Manzo
La Ciudad de México ha sufrido, durante su historia, una serie de inundaciones, de las cuales (según Jorge Legorreta, 25 han sido graves. Todas ellas producto de la saturación de agua de lluvia en los ductos del drenaje), que han tenido serios y preocupantes efectos sobre la ciudad y la población: muerte, enfermedades, daños a casas, comercio y vehículos, destrucción de carreteras, anegación de áreas de cultivo, daños al sistema eléctrico y red de agua potable, caída de árboles, etc.
De acuerdo a funcionarios federales y estatales, dicho problema es, básicamente, causado por lluvias atípicas, extraordinarias, inusuales, presentadas, tanto en periodos de lluvias como en el estiaje. En la reciente inundación se registraron precipitaciones de 36 milímetros de metros cúbicos en 24 horas, lo que equivale al doble de la que, usualmente, se registra en febrero, lo que orilló a que el sistema de drenaje tronara y se desbordaran ríos y canales de aguas negras hacia colonias y poblados, alcanzando alturas de más de un metro.
Para Legorreta, las constantes inundaciones, convertidas algunas en catástrofes hidráulicas, no se han debido ni se deben al agua que extraemos del subsuelo o importamos del Lerma o el Cutzamala, sino a la abundante agua de lluvia que satura los drenajes y limita, por ende, su desagüe, abundancia de agua no controlada en la cuenca que constituye la verdadera causa de las inundaciones… la edificación de más y más obras para seguir desalojando fuera de la cuenca el agua de lluvia sólo resolverá el problema temporalmente. A medida que crece la ciudad, el agua pluvial y residual seguirá incrementando su volumen… se requiere aprovechar y restaurar la Naturaleza lacustre que nos rodea; basta simplemente que se construyan las instalaciones adecuadas para su almacenamiento, tratamiento y uso diverso, obras hidráulicas que disminuyan los volúmenes pluviales, enviados al drenaje.
El asunto básico a tratar radica es saber si realmente la lluvia atípica-extraordinaria-inusual o la abundante agua de lluvia que satura los drenajes son las verdaderas causas de las inundaciones en la Ciudad de México y su área conurbada.
Lo primero que se puede señalar es que la lluvia atípica-extraordinaria-inusual ya no lo sería tanto por el hecho de que las 25 inundaciones que tenido la Ciudad de México, a lo largo de su historia, han sido, por la saturación del agua de lluvia en los drenajes existentes en su tiempo, lo cual ha orillado a su modificación en 5 veces, que va desde el Tajo de Nochistongo (1606-1607) hasta el Drenaje Profundo con su Emisor Oriente y sus interceptores actuales (2010).
Si cayeron (según los datos periodísticos) 36 millones de metros cúbicos de agua de lluvia en 24 horas en la Cuenca del Valle de México, éstos no llegaron, como tales, al sistema de drenaje, ya que existen aún áreas en la CVM no desordenadas que retuvieron cierta cantidad de agua de lluvia. El asunto radica en que no se llegue a la situación en donde esos 36 millones de metros cúbicos de agua de lluvia o más llegue como tales al drenaje, ríos o canales, porque sería prácticamente de consecuencias catastróficas para la ciudad y su área conurbada.
El tratado y solución no está, primero en la construcción de obras hidráulicas para almacenamiento, tratamiento y uso diverso del agua, sino en el tratado y solución de la llegada masiva de agua de lluvia a los drenajes, esta llegada y concentración masiva de agua de lluvia es realmente el problema a tratar y resolver, ya que en sí misma, está indicando la presencia de un serio problema de desorden y desequilibrio continuo y en aumento de la cuenca hidrográfica.
Si no se resuelve primero este problema central, ninguna obra hidráulica sirve, ya que no se está entendiendo y resolviendo la causa central que provoca la llegada de agua de lluvia a los ríos, canales y sistema de drenajes que no es propia de la naturaleza integral de la cuenca hidrográfica.
Partir de la abundancia de agua de lluvia que llega a la red del drenaje es partir de un efecto, no de la verdadera causa, provocado por las diversas escorrentías descontrolada, presentes en la cuenca hidrográfica, producto de la deforestación de bosques, erosión de suelos y urbanización de áreas de captura, filtración y recarga de acuíferos subterráneos.
La verdadera causa de las inundaciones no radica en las lluvias atípicas ni tampoco en la abundante agua de lluvia que satura los drenajes, sino en el desorden y desequilibrio de las escorrentías superficiales descontroladas aguas debajo de la parte alta y media de la cuenca hidrográfica, provocado por la deforestación masiva y continua de los bosques, la agricultura no propia para pendientes en su parte media-alta y la expansión irracional y antiecológica de la mancha urbana a su parte media.
El problema es de cuenca hidrográfica y no primero de ingeniería hidráulica, aunque ésta sea una medida técnica importante que tiene que considerarse y ubicarse respecto a lo que puede y debe tratar en relación al problema amplio, complejo e integral de las inundaciones y a otros más, dentro de la cuenca hidrográfica.
El verdadero inicio en la solución de las inundaciones y de otros problemas a ellos relacionados, es la estrategia de Ordenación y Manejo integral de Microcuencas que conforman la cuenca hidrográfica, pero no en la forma y sentido como se ha entendido y practicado sino mediante el enfoque integral, crítico, conservacionista y participativo, estrategia que tiene que ir avanzando, poco a poco, microcuenca tras microcuenca, pero con soluciones firmes y definitivas.
Recordemos que la única estrategia que nos posibilita una comprensión, tratamiento y solución integral es, precisamente, la Ordenación y Manejo Integral de Microcuencas, no sólo por su naturaleza integradora, sino también por la posibilidad real de su manejo integral por el hombre.
El positivismo que domina la teoría y práctica en el conocimiento y tratamiento de la problemática de la Cuenca del Valle de México y, particularmente de las inundaciones, debe ya superarse críticamente por el hecho de que ha sido impotente en el tratamiento adecuado de problemas complejos e integrales, como son los de las cuencas hidrográficas.
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