Los profesores de las ciencias de la comunicación recogen y documentan sucesos de trascendencia pública, para análisis académica, a nivel de escándalo, con una atracción intensa de la sociedad ávida del suspenso y la emoción; quizás necesitada de desviarse de la tensión social, la crisis del empleo, los aumentos de impuestos, el anuncio del gobierno del DF, (de izquierda), de abrir la línea vial a la privatización y pagará el peaje el usuario, por 30 años, en crisis económica. Tal vez el hartazgo y la impotencia sobre miles de personas asesinadas en 3 años dentro del escenario de “crimen organizado” bajo el desdén oficializado de “ajuste de cuentas”. En todo está el futuro y la calidad de vida del país. Y mágicamente la muerte de una niña, Paulette Gebara Farah, da un giro de 180 grados a la comunicación de medios y al interés público.
No es primicia, es un fenómeno común. El caso de Susan Leigh, en EEUU, que asesinó a sus dos niños y los arrojó al río en su propio auto, pero denunció un asalto y robo de sus hijos, volteó de cabeza a la policía; el desenlace fue que Susan cometió el crimen para vivir con “su amante”. Engañó a todos. Y fue un caso desorbitado de información periodística. Otro suspenso y atracción de comunicación masiva fue la desaparición, en Portugal, de la niña inglesa, Madeleine, donde los indiciados son papá y mamá. Escándalo y suspenso policiaco, aun es la muerte de Michael Jackson. En México hay una agenda nacional por atender, la ley antimopolios, la guerra contra narco-crimen, reforma política y laboral. Sin embargo, todo quedó para otra ocasión. Los medios y el público dieron todo en torno a la niña Paulette. Y de rebote la nota del periodista consagrado, Julio Scherer, junto con el narcotraficante “Mayo” Zambada; lo que vale es la foto de Zambada garbado con el brazo sobre el cuello del ex director del periódico Excelsior, (que perdió la cooperativa), actual cabeza única de la revista Proceso.
En esa recopilación de casos escandalosos, los analistas cuestionan, porqué se cae en la morbo, dañando a terceras personas. Caso Paulette, los padres denunciaron desaparición, robo o secuestro de la niña. Los papás aparecieron como las víctimas. Usaron los medios modernos como el Twitter para pedir ayuda. La autoridad, desde el Procuraduría mexiquense, encabezada por Alberto Bazbaz, abrió la investigación bajo la denuncia de desaparición. Fue engañado. Y cuando los pusieron bajo sospecha, otro vuelco y engaño, apareció el cadáver de la niña, en su recámara. Y de cabeza quedó la policía. Como ineficaz. Paralelamente los medios noticiosos dieron vuelo especulativo. Dañando. El periodista de la W, Carlos Puig, abrió el micrófono para que la gente opinara ¿Quién mató a Paulette? Jacobo Zabludovsky cerró su blog, martes 6, diciendo “será un crimen sin castigo”. Las investigaciones periciales hablan de asfixia. Y el caso Scherer con Zambada, exhibe a un gobierno incapaz. Y se cuestiona si se convirtió en puerta de exhibición del capo. Es una entrevista fallida. Queda en la calificación del “nomás”. Tiempo de reflexión ¿cuál es la función social y humanista de la comunicación masiva?
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