POR: Adolfo Montiel Talonia
Lo dicho, el Presidente de México, es rijoso. Su discurso es de varios dobleces. Se esfuerza en ser institucional. Pero le hierbe la sangre y recarga la lámina. Sobre la marcha revira y se desquita. El periódico Reforma publicó que la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, no había cumplido con la declaración de bienes. Un departamento en Estados Unidos. Andrés Manuel López Obrador, arremetió contra el periódico. Lo acusó de ocultar información, que no lo hacían con Carlos Salinas.
El Secretario de Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú, también fue señalado en el mismo acto de ocultamiento. Tuvo un departamento, en Estados Unidos. El mandatario permitió que aclararán ante periodistas su situación. Otro caso, el priista, Manuel Bartlett, experredista, ahora morenista y actual Director de la Comisión Federal de Electricidad, empleado de AMLO, embarcó a su jefe declarando a reproches 9 exfuncionarios priistas de deslealtad, de vender sus servicios. Al otro día Andrés Manuel pidió disculpas. Fue error de Bartlett. López Obrador los acusó de corruptos. No se queda sin darles.
Y así, también, enlisto en sus réplicas a los ministros de la Suprema Corte de Justicia, que no aprobaron una propuesta de Seguridad. Y Los sacudió. Con la Comisión Nacional de Derechos Humanos por no apoyar la guardia nacional entró en polémica. Cierto, hace un esfuerzo y haba de dialogo. La alerta existe.
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