POR: Adolfo Montiel Talonia
El Presidente Andrés Manuel López Obrador es un político único. Distinto. Se ha declarado de izquierda. Pero admite el mundo del mercado libre. Tiene sensaciones de estatismo. Y sin embargo, negocia con los corporativos capitalistas. Es prudencia. Es intuición. O puede ser Sabiduría. Lo cierto es que tiene un estilo personal. Es y no es. Parafraseando al griego “Es ser no ser”.
Y pregona una doctrina, la defensa de los pobres. Para ellos, a los pobres, todo. Es convicción o es modismo de político barato. Banderas tiene para gobernar. La principal es su combate a la corrupción. Es la espina vertebral. Y las regalías, algunos dicen que son dadivas. Sus discursos son el anuncio de entrega de dinero, en pensiones, en becas o hasta en préstamos “a la palabra”. La crónica se escribe. Con 50 días en la silla presidencial reflejan lo blanco y lo negro.
Es mesías. Y es legista. Habla de justicia y de aplicar la ley. Pero entrevera sus textos con la versión de que “delinquen por necesidad”. Ofrece apoyos. Ofrece empleos. Y soslaya la ley. El caso de los robos, multimillonarios de gasolinas. Boqueteando los ductos. Así han saqueado los combustibles. Y por ello fue la tragedia de Tamaulipas. Más de 12 agujeros en los ductos. En Hidalgo, en Edomex, en Guanajuato. Hasta en la ciudad de México. López Obrador exalta el trabajo para combatirlos. Remato esta columna con un refrán muy campirano: “Perro que es huevero, lo será aunque le quemen el hocico”. Ya probaron el dinero, seguirán. En Guanajuato se enfrentaron a los marinos y quemaron automóviles.
Comentarios Cerrados