Adolfo Montiel Talonia
La campaña electoral por la Presidencia de México fue la más completa y brillante, de Andrés Manuel López Obrador, Tuvo diseño Extranjero. Una campaña en busca del voto y del triunfo es ofrecer “futuro”. Eso fue su bujía. “Derramó” la miel en promesas. Dos campañas, en dos veces candidato presidencial, le enseñaron. No hubo vacíos. Antes de pedir el voto realizó una gran labor de convencimiento. Con empresarios, con mujeres de casa y profesionistas o comerciantes. La faena fue redonda. Y el resultado electoral fue un triunfo avasallador.
La agenda política de compromisos fue planeada. Todo fue contemplado. Sin embargo, hubo puntos que rebasaron lo calculado y se convirtieron en temas nacionales. Uno de ellos fue, y es, la seguridad. Era tema prioritario y le dedicaron tiempo y acciones para convencer a la sociedad de que llegaría un gobierno decidido a combatir la delincuencia.
Alfonso Durazo fue el más afortunado. Muy temprano trascendió que sería el Secretario de Seguridad. Y dedicó tiempo en armar simulacros. Con eventos públicos en diferentes lugares del país. Llegó al grado de montar actos reales, con traslado de familias de víctimas de la delincuencia, como los padres de los desaparecidos de Ayotzinapa. Durazo no tenía cargo público. Y lo mismo ocurrió con Olga Sánchez Cordero. Se sabía que sería la Secretaria de Gobernación. Pero en ese momento no tenía autoridad. Había que ganar votos.
López Obrador llegó a la Presidencia de México. Y la seguridad es inseguridad. Los muertos se cuentan por docenas. Los del nuevo Gobierno están en deuda con la sociedad. Y que el Secretario de Comunicaciones, Javier Jimenez Espiur anunció que el dictamen de la caída del helicóptero, en la cual murió la Gobernadora de Puebla y el senador. Quedaría cerrado por cinco años. El Presidente se sorprendió. Dijo que no quiere despertar suspicacias.
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