Adolfo Montiel Talonia
El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, es un misterio. Día con día es tema diferente de que opinar de él. Día a día es el centro de referencia. ¿En qué es misterio? Es en forma de pensar. En su modo de hablar. En su estilo de gobernar. En vestir y presidir las conferencias matinales, mantiene una tónica continua, incluso en vestir. En lo demás, es un cajón de sorpresas.
Y no debiera ser sorpresa. Solo es él. Cumple la máxima de que “El poder no se comparte”. Él no dice que no; deja correr, deja creer. Pero cambia de pensar, en dos por tres. Y lo más importante en el, cambia de decisión en lo que vuela pájaro. En su “Reforma Educativa” advirtió que no quedaría ni una coma, de la que dejó el gobierno de Enrique Peña Nieto. Cuando una calificadora internacional emitió un diagnóstico diferente al ofrecimiento de López Obrador sobre el crecimiento de la economía mexicana, hacia la baja, para luego es tarde, les respondió, las tundió dos días seguidos. Al tercer día estaba ofreciendo disculpas “fraternales”. El Congreso le regresó las ternas y decidió imponer su voluntad. Le ajustaron la llamada ley de militarización. No protestó; pero días después anunció que un militar en activo será el Jefe. Si no convence; entonces impone. Cedió en la educativa.
Comentarios Cerrados