En los últimos días hemos asistido al ejercicio de sendas facultades del Congreso de la Unión: el nombramiento del presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y el de dos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Están en proceso dos asuntos más: la ratificación del gobernador del Banco de México y la del titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, atribuciones exclusivas del Senado de la República, y el nombramiento del auditor superior de la federación, por parte de la Cámara de Diputados.
Según se percibe, poco entendimiento hay sobre este tipo de cosas entre la comunidad nacional. Como que escaso es el conocimiento de lo que cada uno de los nombrados debe cumplir una vez asumidas las responsabilidades.
Bajo es el nivel de la calidad ciudadana en nuestro país. El fenómeno es atribuible a las instituciones mismas, poco preocupadas por dar a conocer lo que cada una de ellas es. Por otra parte, la educación cívica entre los niños y jóvenes ha perdido relevancia frente a un pragmatismo creciente que privilegia la enseñanza de instrumentos para el hacer económico.
El civismo se diluye en el marco de las llamadas, genéricamente, ciencias sociales; la ética, parte fundamental de la filosofía de aplicación cotidiana en el ejercicio de lo público, se pierde entre las otras partes de esta ciencia.
Así, se forma a una juventud ajena al conocimiento de los que el Estado y sus instituciones son, y ajena a los valores del espíritu.
Qué de extraño tiene entonces un comportamiento social en el que prevalece, y crece, un distanciamiento entre los gobernados y los gobernantes. Qué de extraño tiene la disminución de la cohesión social.
Qué de extraño tiene la pérdida de valores como el amor a sí mismo y a la familia, nadie que no se quiera puede querer a los de la propia sangre, a la esposa, a los padres, a los hijos; el respeto a los demás, cuya carencia, hoy por hoy, se expresa en la violencia presente en cualesquiera de los espacios de participación de las personas, personas que son como usted y como yo; la lealtad a la patria y sus instituciones, cuya manifestación más clara la encontramos en los actos de corrupción de servidores públicos lo mismo del municipio, que del gobierno federal y de los gobiernos estatales.
Por eso es de la mayor importancia que estemos atentos a los que ocurre con esto de los nombramientos y ratificaciones a cargo de senadores y diputados. Dentro de ello es de la mayor importancia la designación del titular de la Auditoría Superior de la Federación, órgano técnico de la Cámara de Diputados para la revisión del ejercicio de la cuenta pública y la evaluación del desempeño.
Entre los candidatos a ocupar ese cargo encontramos a Roberto Michel Padilla a quien el diputado Humberto Lepe Lepe reconoció amplios conocimientos y experiencia en la materia, en su comparecencia ante la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación, presidida por Esthela Damián Peralta, bajo cuya responsabilidad está determinar la terna de aspirantes, mejor calificados para la tarea, para su presentación al pleno legislativo. Deberá ocurrir a más tardar el próximo martes 15, cuando concluirá el primer periodo ordinario de sesiones, de su ejercicio.
Digno de mención el hecho de que dos mujeres aspiran a la titularidad de órgano superior de fiscalización: Mónica Barrera y la joven contadora pública certificada Araceli Hernández Hernández, presidenta del Colegio de Contadores Públicos de Córdoba-Orizaba, poseedora de una formación en la cual se conjugan calidad profesional y una clara visión de lo que es la responsabilidad pública.
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