Los semanas atrás me referí al nombramiento del doctor César Turrent Fernández como director del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (http://www.cedrssa.gob.mx).
Este centro fue constituido para brindar apoyo técnico e información analítica a los diputados y a las comisiones legislativas en forma objetiva, bajo la aplicación estricta del método científico. También abre sus puertas a personas y comunidades interesadas en estos temas y cumple periódicamente con programas de divulgación a través de sus publicaciones y de su página web.
El CEDRSSA es una instancia institucional. Está integrado por especialistas dedicados al análisis, organización y manejo de información relacionada con el desarrollo rural sustentable y la soberanía alimentaria. Además, realiza foros de discusión, conferencias y cursos en materias de su competencia, destinados a personal de la Cámara. A ellos tienen acceso académicos, personas de sectores involucrados y público en general. Las convocatorias se publican en su página electrónica.
El doctor Turrent es un acreditado especialista formado en la academia, la investigación y la aplicación práctica del conocimiento por lo cual, sin duda, conducirá con la mayor eficiencia y eficacia las tareas a su cargo en este regreso al Centro del cual fue su primer director.
En charla con César Turrent, nos comentó que en su plan de trabajo es prioritario avanzar hacia la fundamentación de lo necesario a efecto de promover la creación de una política de estado hacia el desarrollo rural.
Una política de estado, esto es, que vaya más allá de las consideraciones de corto y mediano plazo. Orientada por una visión de futuro acorde con las características de nuestro campo y las necesidades nacionales de hoy y de mañana. ¿Cuáles?: las de un desarrollo sustentable y de soberanía alimentaria, como lo propuso el legislador en la concepción de este centro, sin dejar a un lado el bienestar de quienes viven en el campo, y que con su trabajo nos proveen de alimentos, materias primas y de otros bienes necesarios para la vida. Hay quienes olvidan, por ejemplo, que las fuentes de agua y sus orígenes se localizan en el campo. Pregúntese si no a las comunidades de la cuenca del Cutzamala lo que es su río al Valle de México, y la respuesta que han tenido por su aportación al bienestar de la megalópolis.
Al pensar y repensar lo que el campo es a nuestra vida, consideremos una definición esencial: el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática INEGI (www.inegi.gob.mx), señala que una población es rural cuando tiene menos de 2,500 habitantes.
Hace apenas 60 años, 1950, poco menos del 43 por ciento de la población nacional vivía en localidades urbanas. En el 2005 la cifra aumentó a casi el 76 por ciento. Esto es, en la actualidad nuestra población rural es de 17 millones y medio de personas. Sin embargo, esta población, que como dije nos provee de lo necesario para vivir, aún está marginada de los satisfactores propios de una sociedad de bienestar. Entre otras cuestiones, de ello hablamos cuando nos referimos al desarrollo rural.
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