Concluyó el segundo periodo ordinario de sesiones del primer año de ejercicio de la LXI Legislatura federal. Para algunos, los legisladores en general, y los diputados en particular, no cumplieron con la tarea. O lo hicieron a medias.
Las reformas legales, nuevas leyes, derogación de otras, que en diversos sectores se esperaban, no se realizaron. El incumplimiento, supuesto, tuvo, desde la perspectiva de conspicuos críticos, un responsable: los diputados, o los senadores en su caso.
Creo que no es así. La construcción de acuerdos que deriven en una tarea legislativa eficaz demanda esfuerzos de todos los actores. Políticos, sí, pero también económicos, sociales, académicos. Lugar importante ocupan medios de comunicación, tan influyentes en la opinión pública, o tan importantes en la lectura de la opinión pública y su difusión a la comunidad nacional e internacional.
Cuánto de las consecuencias de la falta de acuerdos hay en lo vivido. Cuánto en la comprensión para su solución hay de los ahora llamados “cinco jinetes del Apocalipsis” a los que nuestra patria ha enfrentado en los últimos años. ¿Cuatro jinetes? ¿O cinco? ¿Por qué no veinticinco? Ponga cada quien los que encuentre en su entorno próximo o distante. En el ámbito nacional pueden ser unos, en los espacios locales otros.
Aterra, por ejemplo, el conocimiento de cuanto padecen familias en Cuencamé, en el estado de Durango o en Creel, Chihuahua; o en Cuernavaca, en Morelos; o en Ciudad Juárez, otra vez Chihuahua; en Reynosa, Tamaulipas; en Guadalupe, Nuevo León. Esto en cuanto a violencia criminal. En el medio rural se sufren las condiciones de una agricultura o ganadería carente de apoyos públicos o privados. En ciudades a lo ancho y largo del país en las que no hay fuentes de trabajo que den ocupación lo mismo a jóvenes que a cesantes, a personas de la tercera edad. En lugares a los cuales no llegan los beneficios de la escuela o el centro de salud. O todos ellos juntos carentes de una vida con calidad que responda a las expectativas que el mundo “moderno” muestra. ¿Y los acuerdos?
Los legisladores cumplen con tareas a las cuales se puede llegar mediante acuerdos. No sólo de los grupos parlamentarios y de sus integrantes, sino de los partidos que los postularon y de los poderes reales, fácticos les llaman, que señalan caminos.
El propio Presidente de la República tiene un peso, en ocasiones determinante, para llegar a resultados. Cuando asume que no es un presidente de mayoría, sino de minoría mayor. Díganlo si no los perredistas, que lo califican de “espurio” pero con quienes su partido conformó alianzas en seis entidades del país, en un afán pragmático de impedir el crecimiento del Partido Revolucionario Institucional, que en las encuestas de Grupo de Comunicación Estratégica, dirigido por Federico Berrueto, aparece en primer lugar en las preferencias de los electores.
Claro, bien advierte Manuel Camacho Solís, uno de los más severos críticos del PRI, a partir de cuando no fue postulado a la presidencia de México al término del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, si no se le ganan las elecciones de este año en los estados en proceso al tricolor, nada tendrán que hacer PAN y PRD en la elección presidencial del 2012.
En fin, el cumplimiento cabal de las responsabilidades legislativas demanda acuerdos, no desacuerdos como esos que algunos han convertido en la ruta de México al futuro.
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