Nota de prensa del 24 de septiembre del 2010 (http://actualidad.rt.com/ciencia_y_tecnica/medioambiente): “En las costas de Nueva Zelanda se desata una lucha contra el tiempo, en un intento de salvar a una veintena de ballenas piloto aún vivas. Quedaron encalladas en una playa en la región de Spirits Bay.
“Un grupo de 74 ballenas piloto quedó encallado en una playa de esa región. 55 cetáceos han muerto, alrededor de 20 siguen vivas, gracias a los esfuerzos de cientos de voluntarios.
“Se desconocen las causas de este fenómeno. Sin embargo, según expertos, probablemente el líder de la manada estaba enfermo, por lo que se desorientó y quedó varado en las orillas, y las demás lo siguieron”.
En mi entrega anterior me referí a la presentación de Temas Selectos de Medio Ambiente, edición de la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales, de la Cámara de Diputados, presidida por Ninfa Salinas, ella y la doctora Yolanda Alaníz Pasini, fueron coordinadoras de esta obra de la mayor relevancia.
En el libro aparecen trabajos de reconocidos expertos en la materia: María del Carmen Carmona, “Bases para el conocimiento integrado del derecho ambiental”; José Juan González Márquez, “Hacia una teoría de responsabilidad ambiental sin prueba del daño: las tendencias después de Río, en América Latina”; de Adrián Fernández Bremauntz, Julia Márquez y Aquileo Guzmán; Neófito López Ramos, “El acceso a la justicia ambiental”; “Especies invasoras acuáticas”, de la autoría colectiva de Roberto Mendoza, Patricia Koleff y otros; “El ordenamiento costero y marino en México”, de Antonio Díaz de León y otros; “Nuevos requerimientos institucionales para lograr una administración pesquera sustentable en México”, por José Ignacio Fernández y, de la propia doctora Alaniz Pasini, “Impactos del ruido intraoceánico en la biodiversidad marina”.
En los párrafos de entrada aludo a mortandad de ballenas en Nueva Zelanda, fenómeno repetido en otras regiones del mundo según se consigna en medios internacionales. Repetido es el pretendido desconocimiento de las causas. Pareciera que la respuesta no fuera tan ajena a acciones contaminantes de la actividad humana. Y conste que no aludimos a la caza del cetáceo.
Bajo estas consideraciones resulta digno de atención el texto de la doctora Alaniz, secretaria técnica de la Comisión editora del libro mencionado:
Los niveles de ruido intraoceánico provocado por la acción del hombre, han aumentado en un promedio de 3 decibeles por década. Se debe principalmente al tráfico de embarcaciones, el cual incrementa el ruido de fondo permanentemente. “Los impactos… van desde el enmascaramiento hasta la sordera temporal o definitiva, la muerte por hemorragias internas, así como varamientos masivos antes desconocidos”. Sigue: “muchas especies de peces y mamíferos marinos dependen del sonido para navegar, encontrar alimento y parejas, protegerse de predadores y comunicarse entre ellos. Sin embargo, al continuar la industrialización de nuestros océanos, generamos ruido subacuático, el cual, recientemente se ha reconocido como una forma de contaminación masiva…”
En el medio acuático el sonido tiene mayor alcance e intensidad que en el medio aéreo. Imaginemos cuánto sufren las especies que mediante sonidos se comunican, lo apreciamos en ballenas y delfines. Acaso este fenómeno esté vinculado con formas de muerte atípica de animales marinos. Intente usted, amable lector, hablar con otra persona en una calle de intenso tráfico, a ver el resultado.
Por cierto, la Comisión de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca del Senado y la Sociedad Mundial para la Protección Animal (WSPA) invitan a la presentación del libro Reporte sobre delfines cautivos en México y República Dominicana de Yolanda Alaniz Pasini. Se llevará a cabo el próximo 1 de marzo, 16:00 horas, en el Senado, Xicoténcatl 9, Col. Centro Histórico.
Comentarios Cerrados