Jorge Carlos Ramírez Marín, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, dijo: “en la década reciente se han fortalecido y creado poderes fácticos que mandan por encima del Estado”.
Esa situación en el devenir del país ha generado desequilibrios entre gobernantes y gobernados. Más propio decir gobernados, mandantes, y gobernantes, mandatarios. Estos son depositarios de la voluntad general, en la democracia representativa en la cual hoy estamos inmersos, en espera de mejores formas de gobierno por el camino de una democracia participativa.
El pacto social obliga, se entiende, a los responsables de las acciones de gobierno a ser eficientes y eficaces en las tareas a cargo. “El doctor es eficiente porque la medicina que prescribe es eficaz y el enfermo recupera la salud”.
Salud social, económica, política, reclama la nación. La nación trasciende nuestras fronteras. Connacionales somos quienes aún vivimos aquí, y los mexicanos, millones, que han emigrado del territorio patrio en busca de mejores oportunidades, aún con el riesgo de perder la vida misma en el desierto de Arizona, a manos de criminales de la organización “Minuteman”, o de la patrulla fronteriza (la “Border Patrol”).
“Hay que ir a un cuerpo mínimo de acuerdos, que puede estar más allá de los poderes fácticos”. El diputado Ramírez Marín cuestionó el nivel de autoridad metaconstitucional que, por encima de la negociación o el acuerdo, asume en sus funciones Felipe Calderón. “Opta por decretos, en lugar de iniciativas, cuando siente que le representan un beneficio. Prefiere la autoridad antes que la negociación, creo”.
El Estado mexicano no tiene capacidad para atender con suficiencia la demanda educativa. Millones de jóvenes han quedado excluidos de la oportunidad de adquirir los conocimientos y herramientas que les permitan mejorar su calidad de vida. Seguirán así, está a la vista. Ni ni ni: ni estudian, ni trabajan. Ni tienen esperanza (agrega el rector de la UNAM, José Narro). Es una cuestión de Estado, no de gobierno. En el asunto está involucrado el complejo de instituciones públicas y privadas, lo cual amerita los análisis y discusiones necesarios para construir los acuerdos posibles. No los mejores, simplemente los posibles.
“La sociedad mexicana no aguanta más, las manifestaciones pueden empezar a tener caminos de exigencia. El problema no es de qué color se gobierna…” afirma el legislador yucateco, sino que se gobierne. “El problema no se da entre la sociedad y los políticos: es entre los políticos y su capacidad de construir soluciones”.
Construir soluciones que permitan resolver, entre otros rezagos, uno de los más agobiantes, la inequidad en la distribución de la riqueza. Nuestro sistema económico funciona mal. Ante hombres y familias que ocupan los primeros lugares en la lista de Forbes existen más de 50 millones de personas en condiciones de pobreza. De éstos, el 30% en condiciones de pobreza extrema, de miseria. Sin importar lo que diga el secretario de Hacienda y Crédito Público (aclaraciones aparte). “Que es Cordero y no Cordera”, permítase la paráfrasis con el título de una obra teatral adaptada de una de William Shakespeare.
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