POR: PEPE CAMARA
En su más reciento trabajo de investigación, el Centro de Estudios para el Logro de la Igualdad de Género (CELIG), de la Cámara de Diputados, señala que el embarazo infantil, considerado problema multifactorial, debe ser prioritario para el Estado, al incidir diversos factores que lo originan y repercuten en la salud de las madres y muertes en recién nacidos.
Menciona que este embarazo es multifactorial, porque a temprana edad inician relaciones sexuales sin protección; matrimonios o uniones infantiles, principalmente en entornos rurales, indígenas y estratos sociales marginados; usos y costumbres, e incluso, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 11 y 20 por ciento de los embarazos infantiles y adolescentes son resultado directo de violación.
Para contrarrestar esta problemática, se debe apoyar la reducción de embarazos antes de los 20 años; aumentar el conocimiento sobre el uso de anticonceptivos en adolescentes; retardar mediante pláticas de salud sexual y reproductiva, el inicio de las relaciones sexuales.
Establecer acciones que busquen prevenir resultados adversos de un embarazo precoz, como aumentar el uso de la atención calificada prenatal, parto y posparto,
Estas sugerencias del CELIG están contenidas en la carpeta informativa “Que las niñas sigan jugando”, destacando que entre los factores sociales y económicos, se encuentran: pobreza, educación incompleta, ingreso económico insuficiente o nulo, y adicciones.
Lamentablemente, la niña o adolescente embarazada es vista como culpable de su situación, por lo que es discriminada y se le retiran los apoyos familiares.
El Centro precisa que de acuerdo con especialistas, la madre precoz debe contar con la asistencia de la familia y ser acompañada en las visitas a los médicos y en los cuidados; sin embargo, ocurre lo contrario.
Su salud se refleja en efectos adversos que se extienden al recién nacido; ellas corren más peligro, pues una madre de menos de 18 años tiene 60 por ciento de probabilidad de que su bebé muera durante el primer año de vida.
La maternidad temprana se asocia más a la morbimortalidad; inmadurez fisiológica (hemorragias, infecciones, eclampsia, obstrucciones o parto prolongado); dificultades para la lactancia y desnutrición; bajo peso del recién nacido, y mayor vulnerabilidad a enfermedades.
Las cifras del CELIG contemplan que en 2016 se registraron 9 mil 555 nacimientos en niñas menores de 15 años y 389 mil 585 entre adolescentes de 15 y 19 años; la tasa de fecundidad de adolescentes mexicanas de 69.2 en 2009, creció a 77 en 2014, y en 2015, 35 mil 358 menores contrajeron matrimonio.
De acuerdo con la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna), de las menores entre 10 y 14 años que se casaron, 4 de cada 5 lo hicieron con hombres mayores de 17 años.
El 4.6 por ciento de mujeres entre 10 a 14 años se casaron con hombres mayores de 30 años; además, 9 de cada 10 adolescentes de 15 a 17 años se unieron con mayores de 17, y el 3.6 por ciento de las de 15 y 17 años aceptaron matrimonio con hombres de más de 30 años.
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