El pasado 8 de marzo se celebró, a nivel mundial el Día Internacional de la Mujer y como siempre sucede, se organizaron distintos eventos, foros, exposiciones, coloquios, etc., con un solo propósito: rendir homenaje y reconocimiento a la mujer por su muy digna condición de ser el sostén de la familia mexicana.
Condición social y profesional, sobre todo, en donde por encima de la verborrea discursiva y pletórica de buenas intenciones, es muy poco en realidad lo que se hace para satisfacer su necesidad de amor, comprensión, reconocimiento y aliento, valores fundamentales que nadie debe regatearles.
Uno de los sitios donde se celebró el Día de Mujer, fue la Cámara de Diputados. La presidenta de la Comisión de Cultura, diputada Kenia López Rabadán, al inaugurar la mesa de diálogo «100 y 200 años de las mujeres en la cultura mencionó»
La Cámara abre sus puertas para hacer un público reconocimiento a mujeres triunfadoras que rompen con paradigmas y que tienen como objetivo desafiar el entorno y cambiar su propia historia.
En el marco del Centenario de la Revolución y el Bicentenario de la Independencia, “es necesario preguntarnos qué es lo que sigue y cómo configuramos nuestros siguientes cien años y doscientos años, y la respuesta es que tendrán que ir acompañados de las mujeres”, añadió.
La coordinadora de la fracción panista, Josefina Vázquez Mota, denunció que normalmente las mujeres son llamadas para trabajar en empresas, campañas, editoriales, en los partidos políticos y en las familias ”pero a la hora de tomar las decisiones no siempre se nos llama; son otros quienes las toman”.
Su convocatoria fue, trabajar coordinadamente a favor de las mujeres que carecen de recursos, por las que viven en silencio, las que están en el abandono, por las de la tercera edad, y por las luchadoras sociales que creen que vale la pena seguir adelante.
Para comprender mejor la importancia del llamado de la diputada panista, que ha sido mencionada, dentro del reducido número de mujeres políticas como Beatriz Paredes, como posible candidata a la presidencia de la república, van unos cuantos datos oficiales.
En la actualidad, las mujeres suman 54.7 millones y representan 50.9 por ciento de los 107.6 millones de habitantes del país, según el Consejo Nacional de Población. El 30.16 por ciento de las mujeres en el país tienen educación media superior y superior, de acuerdo a la evaluación del Instituto Nacional de Estadística y Geografía de 2009-2010 y de su Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, a diciembre de 2009, el 58.73 por ciento de la población económicamente activa estuvo compuesto por mujeres.
Otro dato significativo es que, entre más alto el nivel de escolaridad en las mujeres más se retrasa la edad para el matrimonio o el primer hijo. El promedio de hijos por mujeres de 15 a 49 años se redujo de 5.7 en 1976 a 2.1 en 2010 y de los 2 millones 636 mil 110 nacimientos registrados en 2008, 9.9 por ciento fueron de madres profesionistas.
Si bien hay esfuerzos como la promulgación de la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la Ley de Cuotas de Género, los puestos de representación en política, los poderes judiciales, legislaturas, ciencia, industria y arte, son pocos
A nivel de dirigencia sindical, carecen de un rol importante, prácticamente inexistente, ya que el único caso es la presidencia vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, por parte de Elba Esther Gordillo.
En el Congreso de la Unión la participación de las mujeres en las últimas legislaturas es de 24 por ciento. En la Cámara de Senadores, de 21 por ciento y en la de Diputados, recientemente pidieron licencia 11 legisladoras.
Hasta aquí este somero análisis de las condiciones socioeconómicas, políticas y sociales de la mujer mexicana. A cada quien corresponde valorarlas y adoptar la decisión que mejor convenga para corresponder a su indomable espíritu de superación y apoyo al esposo y a los hijos.
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