El proceso para solicitar y tramitar una visa estadounidense no solamente es complejo, en la mayoría de las veces tardado e, incluso, no siempre se tiene éxito y se requiere hacer el intento una y otra vez. Esto constituye una carga gravosa para el solicitante, sobre todo en lo económico.
Según cálculos conservadores, con cifras a 2008, en ese año se entregaron en la sede diplomática ubicada en la ciudad de México y sus nueves oficinas consulares en todo el país, más de un millón de visas y se reciben más de 100 mil solicitudes mensualmente.
En materia económica se estima que, sí al menos 200 mil personas pagan su cuota y finalmente no reciben la visa, ello representa un ingreso para la embajada de al menos 26 millones 200 mil dólares por un documento que finalmente no expiden.
Bajo estas consideraciones, el diputado Omar Fayad Meneses, del Partido Revolucionario Institucional, presentó un exhorto a la Secretaría de Relaciones Exteriores para que se establezcan los mecanismos necesarios con el objetivo de que el cobro de la visa estadounidense se autorice hasta que sea aprobada su expedición.
Por todos es conocido, dijo, el alto número de connacionales que han fallado, en una o en más ocasiones, en su intento por lograr este documento, lo que da como resultado, una erogación gravosa a la que se deben agregar gastos complementarios como documentación, fotografías, transporte, hospedaje, alimentación, entre otros, los cuales se realizan con la única esperanza de obtener su visa, y que coloca a miles de compatriotas en la inexorable y “dudosa casualidad”, de tener que repetir, meses después, el trámite, al no tener éxito e, incluso, efectuar un segundo o hasta tercer intento.
El proceso de solicitud y trámite actual lleva a una situación que refleja desigualdad en la relación que se ha establecido entre México y Estados Unidos de América y que se reproduce en todas las dimensiones, vertientes y aspectos de la estrecha relación bilateral, resaltó el legislador de la bancada tricolor en la LXI Legislatura.
De tal manera que, se pronunció, se debe procurar modificar tal asimetría y buscar una relación más equilibrada, en beneficio de la población mexicana y acorde a la realidad de las naciones.
Por ello, en su punto de acuerdo añade que a la persona que no se le otorgue la visa en la primera instancia, se le regrese por lo menos el 70 por ciento del depósito realizado, que es un poco mayor a los 100 dólares, conservando la embajada la diferencia por concepto de derecho de trámite, gastos o costos administrativos.
Esto será un apoyo a la economía de los mexicanos y una razón de justicia pues no existe excusa alguna para que el solicitante pierda todo el dinero que deposita y que, como se señala líneas arriba, al gobierno norteamericano, vía su representación diplomática, le reditúa la nada despreciable cantidad de 26 millones de dólares y a los mexicanos les cuesta alrededor de 315 millones de pesos, con una paridad de 12 pesos por dólar.
Esperemos que este exhorto no quede, como coloquialmente se dice, en una simple llamada a misa, que cada quien atiende acorde a su conveniencia y que tome cartas en el asunto la más alta autoridad en materia de relaciones exteriores. ¿Sería mucho pedir?.
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