Ante la enorme ola de críticas, lo mismo internas que externas y a pesar de los más que mínimos resultados alcanzados, el Presidente Felipe Calderón anunció que se mantendrá el combate al narcotráfico con el ejército en las calles. Y con este anuncio, el presidente entró de nueva cuenta, en un callejón sin salida. Fue él mismo quien hace apenas un par de semanas, estableció que en materia del combate a la delincuencia organizada, había recibido el país en malas condiciones. No obstante, mantuvo en la primera línea del combate a las drogas a los mismos que habían fracasado en el sexenio de Vicente Fox. Y no condenó a nadie dentro de la administración pública. Ahora, cuando llueven críticas internacionales y cuando desde el interior se presiona la decisión y se enjuicia al ejército, la decisión presidencial no se modifica. Y ello nos lleva al punto en el que las interrogantes son simples, pero no por ello menos importantes. ¿Cuándo se tendrá un parte de guerra realmente completo y serio que, por supuesto, vaya mucho más allá de las cifras de decomisos, destrucciones y cosas así? En otras palabras, ¿cuándo se rendirá un informe sobre las razones por las cuales no se ha logrado capturar a los grandes capos del narcotráfico? ¿En qué momento se tendrá ante la ley a delincuentes que sean algo más que “el operador” o el “brazo derecho” de tal o cual cártel? Del mismo modo, ¿cuándo se tendrán resultados trascendentes en el terreno del dinero? Esto es, ¿para cuándo se piensa alcanzar la meta de poner a la vista todo el escenario dedicado al lavado del dinero? ¿Habrá capturas de empresarios, cuadros ligados a los bancos o personajes con conexiones internacionales que permitan suponer que, por fin, se han dado vitales para resolver el problema del tráfico de drogas en el país? La guerra contra el narcotráfico ¿dejará de ser un instrumento de corte político electoral destinado a dañar a los partidos rivales del gobierno para convertirse ahora sí, en una estrategia de gobierno para eliminar un reto que daña a la sociedad en general? La decisión del gobierno no tiene el apoyo que tenía hace tres años. Y los resultados que se han alcanzado en la primera mitad del sexenio no permiten suponer grandes logros en lo que resta de la actual administración… Por su parte, Marcelo Ebrard inició también la parte crítica de su mandato. Pero tampoco está dedicada a la solución de los problemas de la capital de la República, sino a la consolidación de la imagen personal del jefe del gobierno capitalino. Se dejan ver ya, los elogios a la gestión del perredista, pero siempre con la idea de evitar el debate de fondo. Así, se habla de la mejoría en el campo de la inseguridad, pero no se presentan cifras confiables y menos se muestra un trabajo serio con la participación de la sociedad. El mejor ejemplo de todo esto, es el dato de las cifras sobre la delincuencia en el DF. Nadie sabe, ya que es el secreto mejor guardado por los gobiernos perredistas, cuantos delitos se cometen al día en el Distrito Federal. Se habla, claro está, de la disminución de la inseguridad, pero no se dan los datos firmes del problema. Si cuando el PRD asumió el poder en el DF la cifra de delitos por día se ubicaba en 600 por cada 24 horas, ¿en la actualidad cuántas denuncias se registran día tras día? Si cuando el PRD se convirtió en gobierno en la capital del país el robo de auto llegaba a un promedio de 100 por cada 24 horas, ¿cuál es el promedio en estos momentos? Marcelo Ebrard juega con su imagen. El árbol de navidad más grande del mundo, que en nada beneficia a los capitalinos, pero que le da presencia al señor Ebrard. La pista de hielo en el Zócalo que no acaba con los problemas de los habitantes del DF, pero que le da imagen en la televisión al señor Ebrard, son los programas que realmente importan. Pero al gobierno capitalino. Lo demás está oculto. Y nada se dice al respecto. Ebrard quiere ser candidato presidencial. Y sabe que tiene que vencer a Andrés López. Y el primer paso para alcanzar el objetivo es crear imagen. Y como no hay resultados de fondo, entonces se crea una imagen a base de actos espectaculares, pero que en la práctica, a nada conducen. Ebrard espera sólo, que Lobombo, News Divine, Tláhuac y la inseguridad “aguanten” un poco más. Lo suficiente para alcanzar la candidatura y dejar a los capitalinos bajo otro mandato y así, quedar fuera del alcance de los problemas que en el DF no se han resuelto…
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