El crimen organizado crece en su violencia demencial y sangrienta. El episodio de la prisión de Apodaca rebasa la imaginación. No es solo por corrupción. No es por prisiones abandonadas. Los delincuentes decidieron actuar y sacar a sus cómplices y jefes de bandas. Y lo hicieron, al costo que fuera. Con dinero, hasta matar. Y mataron con crueldad que estruja. Han fusilado, decapitado, calcinado y más. Pero la matanza de Apodaca fue a pedradas y garrotazos. 44 personas muertas. 30 presos se fugaron. Pagaron a custodios y funcionarios. Pudieron matar a más.
El secretario de la Defensa Nacional, 12 de febrero, ante el Presidente Felipe Calderón, dijo que la paz interior está “seriamente amenazada”. Y hay zonas donde la delincuencia “ha rebasado las instituciones”. La lucha gubernamental contra el crimen es real y vence a grupos, detiene cabecillas; pero es mayor la violencia delincuencial. Miles de muertos. Cientos de presos fugados. Pueden juzgar y castigar funcionarios, grandes y menores. Pero la paz no se ve venir. La angustia inunda a la sociedad.
Y, los políticos, los analistas, comentaristas de política, en prensa escrita y prensa electrónica han montado un teatro electoral dantesco, el cual incendian con ataques lujuriosos los dueños de radio y televisión. Y los dueños de periódicos. Pegar, vociferar, vilipendiar y desacreditar es la acción y consigna. Todo por una legislación confusa que hicieron los partidos políticos y aprobaron todos. ¿Por qué la violencia electoral? La mofa de doña Isabel Miranda. Tapándose las orejas y la boca. ¿Quién la obligó a ser candidata bajo la ley actual? A todos ¡Basta¡ están abriendo el camino a la violencia política. Cuando el país esté incendiado llorarán. Hay que cumplir con la ley y respetar las instituciones electorales. Al IFE. Cierto, tiene pésima comunicación, peor de prensa e imagen. Pero, la violencia aumenta. El Presidente Calderón ya se entrometió y sembró disturbios. No incendien lo que aun es un proceso de democracia. ¡Es por México!
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