Es claro que el gobierno del Presidente Calderón no midió los alcances de su decreto para acabar a la compañía de Luz y Fuerza del Centro, con la consecuente desaparición del Sindicato Mexicano de Electricistas, claramente identificado con corrientes de izquierda.
Seguramente pretendió un golpe mediático para amortiguar otros graves problemas que aquejan a la nación, como la cada día más peligrosa Influenza AH1N1, la intensa cadena de ejecuciones de casi 16 mil en el sexenio, la pobreza que lacera a millones de mexicanos, el creciente desempleo y otras calamidades.
Si ese fue el propósito, el primer mandatario se enredó en peor situación porque polarizó a las corrientes extremas de derecha e izquierda. La extinción de Luz y Fuerza no culminará en el corto plazo y los adversarios del PAN-Gobierno, ya de muy elevado número, querrán la revancha por lo sucedido a partir de los comicios del 2006.
El arrebato presidencial, quizá motivado por el inefable secretario del Trabajo, Javier Lozano, advierte que el gobierno no estaba preparado para enfrentar las consecuencias de tal extinción. Carece de personal suficiente y preparado para impedir o reparar los sabotajes que puedan ocurrir.
De continuar los apagones en el Distrito Federal y en el Estado de México, la Comisión Federal de Electricidad no podrá impedirlos y crecerá la furia ciudadana por falta de fluido eléctrico.
Cierto, el SME acumuló prerrogativas insoportables en sus casi 100 años de existencia y el gobierno está imposibilitado para pagarle los 42 mil millones de subsidios por año. En esto también contribuyeron los gobiernos panistas y Felipe Calderón debió buscar otra solución en vez de dar el “golpe de timón”.
Es posible que se haya pensado en la privatización eléctrica, dado que la secretaría de Energía, Georgina Kessel, habló de crear una nueva empresa y de inmediato fue desmentida ante las reacciones de diversas corrientes. ¿Qué puede saber esta mujer de energéticos si jamás tuvo desempeños en torno a los mismos?
Si la mayoría de los 44 mil electricistas y empleados rechaza las liquidaciones, el problema se va a prolongar y el régimen calderonista continuará desbaratándose.
Esa oportunidad esperaban el “presidente legítimo” Andrés Manuel López Obrador y los diferentes bandos de izquierda, a fin de lanzarse contra el panismo. Por supuesto, todos vamos a pagar las consecuencias.
Comentarios Cerrados