Hace meses la secretaria de Estados Unidos hizo una desafortunada declaración al decir que México se encuentra en una situación semejante a la de Colombia hace 20 años. El presidente Obama se deslindó de esas palabras que iban contra México, país prioritario en la amistad con Estados Unidos. Sin embargo, por estos días se han hecho cotidianas las críticas al gobierno mexicano procedentes de destacados miembros del gobierno de Obama: que el gobierno mexicano es débil en su lucha contra el narcotráfico; que ha perdido el control de la frontera con Estados Unidos; que es un gobierno conducido con torpeza e ineficiencia; y los más reciente y más grave el paso a México con obvia autorización de un contrabando de más de mil armas de alto poder sin conocimiento y menos consentimiento de las autoridades mexicanas.
Todos estos hechos constituyen actos inamistosos, injerencistas y violatorios de la soberanía nacional. Lo que invita proponer que el gobierno mexicano los analice cuidadosamente y proponga acciones para detenerlos. Si fuera permisible en el derecho internacional formular críticas a políticas de países soberanos, México pudo muy bien, digamos por caso, criticar la política de Obama que llevó a la derrota del partido demócrata con la pérdida consiguiente del control mayoritario de la cámara de representantes y el riesgo de que crezcan los daños a los más necesitados como los migrantes en Arizona. ¿Cuáles son las intenciones reales de Estados Unidos al buscar el debilitamiento real del gobierno mexicano?. Acaso tener un socio y vecino más sumiso que permita violaciones al territorio nacional a propósito del combate al narcotráfico. Un desbordamiento de la violencia de frontera mexicana hacia el norte, es decir, a Estados Unidos, es impensable si se toma en cuenta que los traficantes dueños de los cárteles saben que en Estados Unidos son muy buscados.
Es necesario hacer una observación aparte respecto a los vuelos sobre territorio nacional de aviones armados, no tripulados, manipulados desde Estados Unidos. Estos aviones entran a México sin ningún control desde Estados Unidos y que evidentemente rebasan la línea que debe señalar el principio de la soberanía nacional. Sin embargo, todas las explicables reclamaciones y protestas de legisladores y ciudadanos por esas incursiones se han visto limitadas por la afirmación de Patricia Espinosa, canciller mexicana de Relaciones Exteriores, -en su comparecencia ante el Senado de la República en pleno- que tales vuelos han sido autorizados por el Presidente Felipe Calderón. En consecuencia, para buscar la cancelación de esta irregularidad es necesario aclarar bajo qué condiciones el presidente dio esa autorización y si para ello tiene facultades constitucionales. Más de setecientos civiles muertos en Irak por estos aparatos no tripulados, son para preocupar seriamente.
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