Ayotzinapa fue el punto quiebre de piedra. El gobierno de Enrique Peña Nieto cambió de rumbo y de estilo por los acontecimientos de una red geográfica. Y una red política corrupta. El centro de impacto es Iguala. Es el núcleo de la delincuencia organizada. Es de la política. Es del gobierno. Es la pudrición del partido político. Es el PRD. Es el fenómeno de la corrupción del siglo. Y Ayotzinapa es una referencia de archivo.
De la Normal de Atyozinapa salieron autobuses secuestrados por los estudiantes rumbo a Iguala a echarle a perder la fiesta que celebraba el alcalde y su esposa por su informe del DIF y anunciar la precandidatura de la señora a alcaldesa. Eran grupos de choque. El alcalde tenía una banda de delincuentes como policías. A ellos ordenó detenerlos. La historia es que fueron secuestrados y están desaparecidos. Con la versión de que fueron asesinados. Quemados hasta hacerlos cenizas. Encostaladas las cenizas y desaparecidos en un río.
El mundo enarbola Ayotzimapa y sus 43 desaparecidos. Pero no hicieron nada positivo. Son víctimas de una confrontación. Y en nada es corresponsable el Gobierno Federal. Termina siéndolo porque no los encuentra. Porque no tiene pruebas contundentes de su muerte. Lo cierto es que de todo esto saldrá una revisión del Estado de Derecho.
Vicente Leñero murió. Su obra inmensa, como su talento, no muere. Tuve la fortuna de que fuera mi maestro de literatura en la escuela de Periodismo Carlos Septién García. Y recuerdo a mi otra maestra de literatura, Dolores Cordero. Saludos Lolita.
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