“Momento… el PRI ha cometido errores,
pero le debemos las instituciones”
David Ricardo
2002. En una escuela de Boca del Río, en Veracruz, la maestra de quinto año de primaria, hace un ejercicio, simulación de votación. Pide: “Quienes estén a favor del PAN, levanten la mano. Ahora háganlo los que estén por el PRD. Quienes prefieran al PRI”. Aún quedaban los alientos del foxismo. Los tiempos de ascenso de Acción Nacional y de su agregado de entonces, el voto útil. Sólo David, 10 años de edad, se pronunció por el Revolucionario Institucional. Sus compañeros le hacen burla. Se pone de pie. Levanta la mano: “¡Momento…! El PRI ha cometido errores, pero le debemos las instituciones”. Días después le pregunté ¿Cómo cuáles? Responde, convencido, el Seguro Social.
Hace algunas semanas Jesús Reyes Heroles, en uno de sus textos de opinión, en el diario Reforma, escribió sobre la capacidad de los gobiernos del PRI, y de los partidos de su origen, PNR, PRM, para crear instituciones: el IMSS, mencionado acertadamente por David; el Banco de México; el sistema de universidades públicas y de educación tecnológica, encabezado por la UNAM y el IPN; PEMEX; los Ferrocarriles, en mala hora concesionados a la inversión privada, nacional y extranjera; la Comisión Federal de Electricidad; los fondos de vivienda; el sistema carretero troncal; los puertos marítimos y los aeropuertos; su distribución estratégica ha contribuido al crecimiento del país posible.
Desde luego todo ello tiene antecedentes en la hazaña de México. Comienza hace apenas 200 años en Dolores Hidalgo (en la edad de las naciones son pocos 200 años), con el movimiento de Independencia y una de sus consecuencias: la Constitución de 1824 (en ella se contiene la revisión de la cuenta pública por una Contaduría Mayor de Hacienda, tema tan reclamado sobre lo cual insiste, de manera consistente e informada, Mauricio Merino, académico del CIDE www.cide.edu); la Reforma y la Constitución de 1857; la Revolución de 1910, primer movimiento social del siglo XX, anterior a la Revolución Rusa de 1917, y la Carta Magna de Querétaro.
Son muchos los momentos estelares del Partido Revolucionario Institucional, también los hay dolorosos. Entre aquellos conviene destacar algunos que contribuyeron a crear el sistema de competencia política al cual ahora asistimos. El reconocimiento del derecho de las mujeres a votar, en 1953 bajo la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines. Hoy parece “absurdo” que no lo tuvieran. Lo señalaba un promocional del IFE: una joven dice al abuelo, quien le cuenta del momento en que el derecho se instituyó: “Pero qué absurdo, si las mujeres y los hombres somos iguales”. Sí, pero antes del año señalado no ocurría así.
El sistema de diputados de partido. Su institución correspondió al presidente Adolfo López Mateos. Con ello se dio representación en el Congreso a minorías, ante un partido que por condiciones históricas era “casi hegemónico” según lo definió Carlos Salinas de Gortari. El partido de la “dictadura perfecta”, lo llamó Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura y aspirante sin éxito a la presidencia de su país, Perú.
La aparición del Instituto Federal Electoral, órgano electoral autónomo, es una de esas instituciones a las que debe verse como creación de regímenes dispuestos a actuar en consonancia con los intereses mayoritarios sin hacer a un lado los que, por legítimos, promueven minorías. Fue creado el 11 de octubre de 1990 como la máxima autoridad electoral. Instituido con la finalidad de responder a las exigencias ciudadanas de contar con un órgano imparcial, que diera certeza, transparencia y legalidad a los procesos electorales. *
Desde su origen, el IFE ha transitado por cuatro reformas electorales, que han modificado sus atribuciones y funcionamiento en la organización de elecciones, capacitación de ciudadanos, promoción de educación cívica, construcción del Padrón Electoral, entre otras más actividades que desarrolla.*
Esa institución hace posible un cambio político fundamental para dar certidumbre a los procesos electorales. Si bien hay algunos que ven en ese órgano ciudadano, un instrumento parcial. Hay quienes encuentran que sus resoluciones son fallidas, cuando pierden, y certeras cuando ganan.
Ah, al protagonista de la anécdota escolar, David Ricardo, bien lo conozco, es mi hijo.
Comentarios Cerrados