El galimatías de la nueva refinería puede ser deliberado para no hacer nada, como sucedió con el fracasado aeropuerto internacional en el gobierno foxista o funcionarios encargados del proyecto estén hechos bolas, como es común en tecnócratas como el Reyes Heroles de estos tiempos, director general de Pemex.
Fracasada la propuesta presidencial de un debate entre partidos políticos para definir el lugar de la planta de refinación, debido al rechazo del PRI y el PRD, la pelota ardiente cayó a Reyes Heroles Jr., quien cada día muestra falta de entereza y responsabilidad en las funciones a su cargo.
Bien haría el actual conductor de Pemex en revisar el desempeño de su padre, aquel ideólogo nacionalista de los años 60 y aprender, si es posible, cómo fueron construidas las refinerías y petroquímicas durante el gobierno de Díaz Ordaz.
El viejo Reyes Heroles no hizo consultas para sus proyectos y menos reunió a gobernadores de su tiempo para echarlos a pelear por la disputa de una refinería.
Tampoco el “churumbel” nacido en Tuxpan, Veracruz, medró con terrenos de ejidatarios o pequeños propietarios. Simplemente los adquirió mediante expropiaciones o compras directas, sin tantas alharacas, como ahora sucede con su hijo.
Una vez elaborados los proyectos y ya posesionado de los terrenos, Reyes Heroles hacía los anuncios de lo que se iba a construir y, si acaso, eran mencionados los avances de las plantas, pero por lo general se sabía de las mismas hasta ser inauguradas.
El mismo Reyes Heroles fue el gran impulsor de la refinación petrolera y pugnó por la petroquímica para la elaboración en México de artículos de plástico, telas, fármacos y otras decenas de productos derivados del etileno y el azufre. Pero llegaron los tecnócratas entreguistas y todo el esfuerzo de gobiernos priístas terminó en la nada.
Ahora, con el anuncio de Reyes Herolitos sobre la construcción de la tan cacareada refinería en Tula, Hidalgo, el valor de las tierras de ese lugar se fue a las nubes. Por un metro cuadrado desértico que no valía más de cinco pesos, sus dueños se dejan pedir 300 pesos.
Ese fue el problema de Atenco. Durante el foxismo, la tierra fértil de esa parte del Estado de México sí valía 300 pesos, pero llegó el inefable secretario de Comunicaciones y Transportes foxista, Pedro Cerisola, a ofrecer a los ejidatarios 7.50 pesos y la gente se enfureció, con resultados de todos conocidos.
Los machetes de Atenco no se elevaron por sí mismos o por capricho de su propietario. Los elevó el foxismo y fue el pretexto para no construir el Aeropuerto de la Ciudad de México. A la fecha siguen presos por los menos seis atenquistas, pero en la cárcel debieran estar Fox y sus compinches, causantes de que México no tenga un aeropuerto de nivel internacional.
Igual podría suceder con la susodicha refinería. El régimen panista es renuente a construir esa y otras más porque pretende, como lo planteó en su iniciativa de reforma petrolera, que las vengan a edificar los “gringos” o los españoles. Es la mentalidad colonialista.
La entrega de energéticos provoca el agotamiento de petróleo crudo, cuyas ventas han disminuido 218 mil barriles por día en este año. Es decir, en 90 días dejaron de venderse 2 millones 667 mil barriles.
Esto causa descapitalización nacional y, a este paso, los 47 mil millones de dólares otorgados a México en líneas de crédito por el Fondo Monetario Internacional van a servir para maldita la cosa. r
www.felixfuentes.com.mx
Comentarios Cerrados