DICEN QUE cuando la perra es brava hasta a los de casa muerde. Este refrán cobra vida con el pleito que sostienen los diputados perredistas Esthela Damián, Rocío Barrera y Julio César Moreno, quienes pertenecen a la misma tribu del partido del sol azteca y en esta bronca también participa el delegado en Venustiano Carranza, Alejandro Piña, a quien las legisladoras califican de “títere” del exdelegado y ahora diputado Julio César Moreno.
EL MEOLLO DE este problema es, nada más y nada menos, que la sucesión en la Jefatura Delegacional en Venustiano Carranza y lo más importante de todo esto es que podríamos decir, que la bronca es entre hermanos, porque todos ellos, principalmente Julio César Moreno, fue considerado protegido y casi hijo político de los líderes de la tribu Nueva Izquierda del PRD en el DF.
PROTEGIDO CON el manto sangrado de René Arce y Ruth Zavaleta, Julio César fue enviado como diputado a la ALDF y luego lo pasaron como delegado en Venustiano Carranza; después, nuevamente lo hicieron diputado local en la ALDF, donde ocupa una curul representando al PRD-Nueva Izquierda, pero sus compañeros de grupo lo consideran traidor y ya no es aceptado como integrante de esta tribu perredista.
ESTHELA DAMIAN fue funcionaria en el gobierno delegacional que dirigió Ruth Zavaleta y pretendió llegar a la Jefatura Delegacional, sólo que la enviaron a la ALDF para tomar camino hacia arriba y no la dejaron ser delegada. Luego la mandaron como diputada federal al Palacio Legislativo de San Lázaro. Igual situación tiene Rocío Barrera, que ocupó, por algunos meses, la Jefatura Delegacional en Venustiano Carranza, y como premio, los líderes de Nueva Izquierda le dieron una curul en Donceles y Allende.
LA COSA es que ahora las dos diputadas quieren regresar a la Venustiano Carranza, como delegadas, pero también Julio César quiere dejar un nuevo heredero en ese lugar, igual que dejó a Alejandro Piña, quien ya desde ahora siente que al terminar su trabajo de delegado será diputado, igual que su jefe y amigo Julio César.
PERO LAS dos diputadas empezaron a realizar actos proselitistas en las zonas de la Delegación Venustiano Carranza, que conocen muy bien y tratan de ganar la confianza de los vecinos de las colonias cercanas al aeropuerto para obtener su voto. Rocío y Esthela no contaban con que Julio y Alejandro Piña tienen otros planes y les impiden realizar sus actos que disfrazan de “atención a los vecinos” por quejas recibidas en sus respectivos módulos de recepción de denuncias y solicitud de servicios públicos.
EN VARIAS ocasiones, empleados de la Delegación interrumpieron las reuniones de las diputadas con la gente y denunciaron los hechos, sólo que no les hacen caso. Por tal motivo, ambas legisladoras decidieron unir sus fuerzas y reclamaron en el salón de sesiones de la Asamblea Legislativa a Julio César, quien no aguantó la bronca en una de las últimas sesiones del periodo ordinario en la ALDF, cuando, precisamente, fue presidente de la mesa directiva.
ESTHELA Y ROCIO querían entregarle un par de gallinas para indicar que actuaba como las aves de corral en contra de ellas, pero como los guardias de seguridad de la ALDF no dejaron que las legisladoras metieran las gallinas, sólo colocaron una manta bajo la tribuna en la que pidieron al diputado que saque las manos de la delegación y se lleve a su títere, Alejandro Piña.
ESE DIA, don Julio bajó de la tribuna y dejó la presidencia de la mesa directiva en manos de un secretario, luego salió a la calle por una puerta trasera y corrió, ante los reclamos de Esthela y Rocío.
ESTAS BRONCAS entre perredistas legisladoras se están haciendo costumbre en la ALDF. Igual le pasó al diputado Héctor Guijosa Mora cuando una de sus excolaboradora, cuando fue delegado en Contreras, le reclamó por no atender a un hijo de ambos y le llevó una canasta de huevos que le entregó en su curul. Ahora, el mensaje de las diputadas a su compañero fueron gallinas. Así son los perredistas.
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