Un día los políticos nos dijeron: “Aumenten el presupuesto para pagar las campañas electorales y que no entre el narco, ni el crimen organizado en las elecciones y no se metan al gobierno”. Y les creímos. Se les aumentó el dinero. Con nuestros impuestos sostenemos a los partidos políticos. A los nuevos y a los viejos.
Y otro día en misteriosas reuniones les dijeron a los políticos: “Yo te pago toda la campaña. Te arrimo gente. Tú ganarás. Y me dejarás nombrar al jefe de policía”. Ese misterioso personaje representa al narco o al crimen organizado. Hoy están incrustados en áreas de gobierno. Como Iguala.
Y el político ambicioso, corrupto, cedió. El político corrupto se embolsó el dinero que, el entonces IFE, le dio para hacer su campaña. Y también se embolsó el dinero de la delincuencia. Pero entregó la plaza. Y los policías fueron puestos por el hampa. Ocurrió en la región caliente de Michoacán, en Tamaulipas y en Guerrero. Nos entregaron al hampa. El escenario de Guerrero es la red de total corrupción. Y es de izquierda. (¿Qué diría Marx?) El gobierno quedó en manos de policías asesinos. El pueblo también paga, con su vida.
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