La lucha política en el país entró en una etapa diferente en la que lo importante ahora, será la verdadera discusión de las ideas. La propuesta de reforma política presentada por el PRI coloca las cosas en un punto en el que el escándalo y las trampas quedan en un nivel secundario. Ahora hay en la mesa una oferta, que puede o no gustar, pero que difícilmente puede ser ignorada. Por el momento el contenido por importante que sea, queda en reserva, ya que la parte de valor en estos instantes, es el hacer una propuesta. El PRI sabe que la oferta política enviada por el Presidente Felipe Calderón a finales del año pasado es un proyecto que busca más el rechazo que un debate serio. Al proponer por ejemplo, que el Ejecutivo pueda provocar por sí y ante sí sus propios proyectos, Felipe Calderón buscaba el rechazo. Y cuando habló de candidaturas ciudadanas, sabía que la ley ya las permitía, quedando sólo la reglamentación del caso para darles vida. El objetivo quedaba claro: llevar a las oposiciones, especialmente al PRI a un rechazo que le diera al gobierno la oportunidad de aparecer como “víctima” y buscar, con ello, algún beneficio electoral. Ante ello, los priístas, en el Senado, lanzan una iniciativa a la que, quieran o no los panistas, tendrán que enfrentar con ideas. Y esa es la primera ganancia. El gobierno no podrá quejarse más del Poder Legislativo y el PRD se verá forzado a lanzar su propia idea de la reforma política. Y entonces el debate de fondo quedará listo. No habrá entonces, acusaciones válidas. O se presentan ideas y se debate de cara a los ciudadanos, o los resultados serán negativos para quienes no participen de la discusión. El gobierno quería debatir la reforma. El tema está listo y el tiempo está corriendo. Por supuesto, el hecho de que sean los senadores del PRI los que pongan su oferta a debate, significa que mucha de la discusión será hacia el interior del propio partido tricolor. En otras palabras, habrá presiones para que se cambien o anulen algunos puntos del proyecto. Pero ello servirá para identificar el sentido de los diversos grupos priístas. Tanto como ocurre en el PAN, en donde es claro que el accionar del gobierno no es del agrado de “todos” los panistas, O como sucede en el PRD, partido en el que hay tantas corrientes, que poco a poco resulta complicado entender lo que sucede en ese partido… El PAN lanzó su candidato al gobierno de Veracruz. Pero seleccionó a Miguel Angel Yunes, un expriista con un reconocido pasado en la entidad que pretende gobernar. La decisión del alto mando panista provocó reacciones internas serias. Para consolidar la candidatura de Yunes, se ejerció presión sobre los panistas veracruzanos para que no rompieran la “línea” Por supuesto, la molestia se dejaron sentir inmediatamente. Y Juan Bueno y Gerardo Buganza, panistas verdaderos, no están muy dispuestos a respaldar a su partido en Veracruz. En otras palabras, en esta entidad, la campaña de Yunes la tendrá que sostener el gobierno federal, ya que el PAN local no pondrá más que la imagen… Una situación similar se vive en Puebla, en donde el PAN decidió entregar la candidatura a Rafael Moreno Valle, otro expriista que, como Yunes, obedece directamente la línea de Elba Esther Gordillo. El panismo poblano por supuesto, también deja sentir su malestar. Pero el problema más serio es que los panistas de base no están convencidos de que la verdadera necesidad de su partido sea el evitar que gane el PRI. Carentes de un proyecto social para Veracruz y para Puebla, los panistas parecen simplemente, destinados a respaldar a políticos que hasta hace muy poco militaban en el PRI. Y además, para hacerlo en el caso de Puebla, deberán dejarse ver como aliados al PRD. Una oferta política no sólo pobre, sino verdaderamente patética para un partido que a través de la historia, luchó por principios e ideas y que ha sido convertido en el palero de la maestra Gordillo y en la plataforma de consolidación del PRD… Poco a poco, Beatriz Paredes y Enrique Peña Nieto, dirigente del PRI y gobernador del Estado de México, respectivamente, entienden el enorme costo político que les ha significado su alianza con el proyecto fiscal del gobierno en la parte final del año pasado. A estas alturas, queda claro que ambos políticos del PRI aceptaron elevar impuestos al pueblo de México, para tapar un hoyo fiscal que se dijo ascendía a los 400 mil millones, a cambio de evitar alianzas electorales que pudieran tener efecto en el EDOMEX. Ahora, cuando además está a la vista que el famoso problema de dinero no fue más que una trampa, lo único que está a la vista es la ingenuidad de los priístas y su capacidad para entregar a los mexicanos a cambio de beneficios políticos particulares.
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