El devenir inevitable. El final de la Presidencia de Felipe Calderón, en medio de escándalo sobre seguridad pública. Y el nuevo periodo presidencial de Enrique Peña Nieto que ha prometido un país nuevo políticamente. El sábado dirigió, desde Palacio Nacional, un mensaje a la nación. La pregunta surge. ¿Seguirá el discurso de la Revolución? Difícil. Es político pragmático, de libre comercio. No es de filias.
Sus viajes, como Presidente Electo, al extranjero dan un adelanto de su liberalismo. El más importante fue a Estados Unidos y su encuentro con Barack Obama. Nuevo gobierno; nuevo manual. No seguirá la misma línea sobre seguridad pública y de combate al narco. México y su gobierno tienen que marcar diferencias. No somos una extensión estadunidense. Ellos alteran hasta leyes y legalizan la droga. Ahí está la mariguana. En México se contagian, como el legislador del PRD, Fernando Lauzarian, que pone a debate la legalización. Pero no expone el daño físico que causa la mariguana.
En México la geografía política y partidista se mueve. Divide y fractura. Es la izquierda mexicana un rompecabezas. Mucho costó llegar y aglutinarse en el PRD. Andrés Manuel López Obrador ha sacudido la estructura. Un nuevo partido. Casi unipersonal. Movimiento de Renovación Nacional. Su fuerza de AMLO es suficiente. En medio de caras dinosauricas. Desde el PRI; Manuel Bartlet, Porfirio Muñoz, surge un rostro joven, Martí Batres. Ojalá sea político joven, como presidente del nuevo partido. Y aun habrá de calificarse el gabinete presidencial de Peña Nieto.
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