Con la presentación de la iniciativa de reforma energética se conocerán precisiones sobre el conjunto de procesos y de leyes relativos, no sólo a la cuestión del petróleo, asunto toral a analizarse, discutirse, votarse, sino a lo correspondiente a la generación de electricidad en todas sus modalidades: hidroeléctricas, nucleoeléctricas, carboeléctricas, termoeléctricas y otros modos alternativos a partir de recursos renovables o de aquellos que utilizan el viento, la marea, la geotermia.
De lo que más se ha hablado es de combustibles fósiles, como recurso energético: petróleo y gas principalmente; en menor medida carbón, contaminante en extremo; uranio, casi proscrito por los accidentes de nucleoeléctricas desde Three Mile Island a Fukushima, pasando por Chernobyl.
Dejemos de lado que extraer el petróleo del seno de la tierra o de las profundidades del mar para quemarlo, equivale a cortar árboles para hacer leña, decía el maestro Heberto Castillo. El aceite, cuyos veneros nos entregó el diablo, según el poema de López Velarde, está presente en muchos de los bienes de uso y de consumo, en los servicios, de la vida cotidiana.
Así, debe considerarse, en el análisis de lo que el petróleo es, la vía que comienza con la localización de los yacimientos hasta la disposición final de derivados: ubicación, perforación, extracción, almacenamiento, transporte, transformación, distribución, comercialización.
En cada una de esas fases ocurre un complejo de actividades sujetas a leyes, marco de la acción directa e indirecta (producción) de trabajadores, estudiosos, investigadores, grupos de interés de todo tipo, hasta llegar a los usuarios. Que se haga de manera ordenada y sustentable, con participación de particulares o no, es objeto de la normatividad que comenzará con la reforma constitucional, seguirá con ordenamientos secundarios, y después con acuerdos específicos hasta la acción de actores; protagonistas, antagonistas, de reparto. Cuál el rol del legislador, el de los partidos, incluido Morena (en formación), del sindicato, de los empresarios, de los factores internacionales.
En cuanto a intervención de capital privado en algunos de los procesos relativos, ya ocurre. Si visitamos lugares donde se realizan perforaciones, por ejemplo, veremos unidades de particulares que intervienen en esos trabajos. No se olvide aquel 2% de participación al sindicato por desplazamiento en obras que no realizaban.
El Presidente Enrique Peña Nieto, en la ceremonia conmemorativa del 75º aniversario de la Expropiación Petrolera, fijó la ruta para la transformación de PEMEX, piedra de toque en la anunciada y esperada Reforma Energética.
De sus palabras tomamos los principios estratégicos, tres, y las líneas de acción, seis, sobre los cuales tendrá que bordarse la iniciativa, o iniciativas; habrá de ser más de una, referidas a una reforma, estructural, por sus alcances y oportunidad:
Los principios: eficiencia energética que permita incrementar productividad y producción, unida a un consumo más responsable e inteligente. Seguridad, indispensable tener la capacidad y los recursos que garanticen el suministro de energía. Sustentabilidad por tránsito hacia fuentes de energía limpia que disminuyan el daño ambiental.
Congruentes con el acuerdo suscrito en el Pacto por México, reitera el presidente, son las líneas de acción: nnueva estructura organizacional; sustento de ética corporativa y de responsabilidad social; crecimiento verde, PEMEX debe ser uno de los ejes centrales contra el Cambio Climático desarrollando energías renovables y promoviendo ahorro de energía; potencialización de la industria nacional; desarrollo de cadenas de proveedores nacionales; orientación de las inversiones hacia actividades de mayor valor agregado y rentabilidad para suministrar los insumos que demanda nuestro crecimiento, con estándares de calidad y precios competitivos a nivel internacional, y fortalecimiento de su capacidad de inversión y desarrollo tecnológico.
Todo ello orientará los cambios necesarios para transformar a PEMEX en una empresa pública, de carácter productivo, que se conserve como propiedad del Estado, pero con capacidad de competir como una institución de clase mundial, concluye Enrique Peña Nieto.
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