Alguien debe ubicar a los papás de los normalistas desaparecidos. Basta de eludir su culpa. ¿Qué hicieron o que dejaron de hacer para evitar la tragedia?. Empieza con la pregunta: ¿sabes dónde están tus hijos y qué están haciendo?. No sabían qué hacían ese pasado 26 de septiembre. Sus hijos no estaban en clases. Estaban secuestrando, con violencia, autobuses. Camiones qué abordaron para ir, de Ayotzinapa, a reventar un festival del ayuntamiento de Iguala.
Guerra de bandas. De los sanguinarios “Guerreros”, contra los normalistas. Los choques son frecuentes. Los esperaron y montaron un operativo para desaparecerlos. Actuó la policía, era de los “autodefensas”. Los cercaron. Antes balearon y hubo 6 muertos. Ante eso los normalistas se entregaron. Los pasearon. Los sacaron de Iguala, en un camión de redilas. A partir de ahí quedaron desaparecidos. El alcalde de Iguala, Abarca, fue el autor intelectual.
Pasaron los días. El gobierno estatal, con Ángel Aguirre, no metió las manos. Fue cómplice. Finalmente, actuó el Gobierno Federal.
Jesús Murillo Karam, titular de la PGR, quedó al frente de la investigación. Y desde entonces ha sido victimizado por los papás y abogados. Empezó de la nada. Se avanzó. Se detuvo a tres sujetos que narraron cómo mataron a los normalistas. Hasta incendiarlos, convertirlos en cenizas. Embolsaron las cenizas y las arrojaron a un río. Y los papás no lo admitieron. Dijeron que era “montado”. Desde los laboratorios de Austria confirmaron que uno de los normalistas había sido calcinado. Los papás hablan de hacer “la revolución”, de que se cancelen las elecciones y gritan y ofenden a todos. Pidiendo la renuncia del Presidente Enrique Peña Nieto. Seguiremos este tema. La culpa de los papás. Y el talento de Murillo Karam.
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