Los hechos históricos sobre los que se encuentra fundada la fe, contienen elementos permanentes y temporales.
Los hechos históricos no pueden ser una cosa en una generación y otros en la generación porvenir, siempre serán los mismos hechos. Se podrán interpretar de distinta forma, pero serán los mismos en todo tiempo.
En medio de nuestra nación, se están experimentando notorios cambios y esta débil voz que se hace intensa a través de esta tribuna privilegiada, para considerar tres ejemplos prominentes de grandes cristianos que verdaderamente se convirtieron en la conciencia de las comunidades en que vivieron no como simples datos de una estadística trivial, sino como ciudadanos responsables de las almas por las que un día tendrían que dar cuenta.
Los hombres que se indican en el título, fueron en su momento figuras en sus naciones e influyeron en la vida de sus pueblos: Savonarola, Calvino Y Juan Knox.
El mártir de Florencia, Savonarola
Tres hechos cimbraron su existencia; la desvergonzada corrupción de la iglesia; el abierto desenfreno y la increíble maldad de las clases gobernantes con sofisticados e inusitados hechos jamás vistos en otras generaciones. Por ultimo un suceso que en sí, trajo también una conmoción al mundo: El renacimiento de las artes y las letras. Savonarola fue extremadamente sensible a estas fuerzas sociales, espirituales y artísticas.
Hemos leído recientemente las breves crónicas de tantos juicios sobre un personaje que como Primer Ministro convulsiono a sus coterráneos en Italia, que no podemos sino referirnos a la época de este hombre de Dios, Savonarola para decir que en su tiempo sin embargo, los príncipes de la iglesia aventajaban en ambición y lujuria a los príncipes gobernantes seculares ¡se imagina cuánta corrupción!
Savonarola, tuvo la triste coincidencia de vivir durante el periodo espeluznante de Sixto IV e Inocencio VIII, sin olvidar a Alejandro VI. Los historiadores que han escarbado hasta eso sin profundidad en estas capas de la historia, se maravillan que en medio de tanta desolación, solo un hombre, Savonarola era quien manifestaba su preocupación por el pecado, pero a este hombre era a quien menos se quería oír. El se convierto en una plaga para la iglesia.
Sus palabras ante estas irrefutables condiciones de miseria humana, eran luces que provenían de las Sagradas Escrituras, para suplicar por la pureza y la santidad. Sin grandes alardes, pero con un corazón sincero, llevó a toda Florencia, a escucharlo en la catedral. Sus frases estaban tan inflamadas del poder de Dios, que no hubo una alma que pudiera oír sin ser redargüida.
El espacio se nos acaba; pero quiero decir de este gran gigante que fue trascendente su actuación ciudadana, a el se debe que en Florencia se haya construido desde una constitución, hasta leyes que abolieron impuestos gravosos e injustos. Gracias a el, se establecieron Cortes de Apelación. Pero llegó el fin. El pudo haber salvado a Florencia y también a Italia, de muchos desastres que la historia después registra.
Aquella alma tan especial fue llevado al martirio, no obstante por una hora, cuando en San Marcos, pregunto a la multitud ¿quieres recibir a Cristo como a tu Rey? Muchos con lagrimas en los ojos respondieron “Viva Cristo, Viva nuestro Rey”.
*Pastor General de la Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.org
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