La noticia es espeluznante. La policía del Distrito Federal descubrió una banda de secuestradores y rescató a 11 personas secuestradas. Eran de diferentes lugares. Es y debiera ser sustento de la protesta y demanda mayor. Se trata de secuestros a granel. La delincuencia ha hecho una industria del secuestro. Lo hace porque es el acto más ruin; el más rentable. Todo el país es víctima. Lo es por muchas bandas.
La otra noticia es la de que el gobierno y el Poder Legislativo modificaron las leyes para incorporar castigos más severos. Hasta 70 años de cárcel a secuestradores. Esto dicen los desplegados publicados por el gobierno y agregan invitando a denunciar y dan el teléfono 088. La criminología es científica y es sicológica. De inmediato, la “comentocracia” que abunda en mesas de radio y televisión, también en artículos de opinión soltó una cadena disidente. Con frases de: “No por multiplicar los castigos se va a acabar”. Lo mismo dicen cuando se habla de la pena de muerte.
Miguel Nazar Haro, quien fue director de la Seguridad Nacional, me dijo en un café. “… primero hay que contener los espontaneos”. Porque echan a perder toda investigación. Hay que evitar esos delincuentes improvisados. Y seguir con el trabajo de inteligencia para desbaratar y capturar a las bandas. Y agregaría que no se fomente, ni se estimule, a delinquir, concretamente no motivar a ser secuestradores. ¿Cómo?, empezar por no difundir las sumas de dinero que piden. Esa información despierta la perversión. El secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, debe, con todo su equipo de trabajo, abrir un diálogo con ejecutivos de medios de comunicación con periodistas, para acordar, no para prohibir, el compromiso de difundir más los castigos penales que tendrán dichos delincuentes cuando son aprehendidos. Hay que detener la espontaneidad. Invertir la información.
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