Los medios electrónicos pasaron por alto la rechifla dedicada al Presidente Felipe Calderón en el nuevo Estadio de la Cervecería Modelo de Torreón, pero millones de fanáticos del futbol la escucharon por estar pendientes del encuentro entre los Santos de Coahuila y Brasil y la mencionaron casi todos los periódicos, habiéndola destacado en páginas de Internet.
Otro hecho del mismo evento también fue publicitado. El Estado Mayor Presidencial prohibió la venta de cerveza, cuando comenzaba la batalla del futbol, “por razones de seguridad”. O sea, a la empresa anfitriona le fue suspendido el negocio.
La silbatina debe tener preocupado al primer mandatario y a todo su equipo, por considerar que se ha perdido el respeto al gobierno, cuando todavía no comienza la segunda mitad del sexenio.
Igual sucedió al presidente Miguel de la Madrid durante la inauguración del mundial de balompié en 1986, en el estadio Azteca. Ya no se repuso el primer tecnócrata que llegó al poder y terminó su gestión en la oscuridad.
Esa experiencia debiera ser considerada por Felipe Calderón y los panistas en general, a fin de cambiar el estilo de gobernar y salvar cuanto se pueda, si les es posible.
El pueblo se cansó del discurso presidencial diario, por lo general contradictorio, sin que con ello hayan sido resueltos graves problemas padecidos por la nación, como son los de finanzas, pobreza, desempleo e inseguridad.
Además, el propio gobierno se empeñó en desaparecer a los sindicatos mineros y el de Luz y Fuerza del Centro, sin tener herramientas y capacidad para hacerlo. Ahora los ciudadanos pagamos las consecuencias, como sucedió el miércoles pasado, cuando fue inmovilizada la Ciudad de México y varias carreteras.
Tal vez ya no aparezca Calderón en actos tumultuosos para evitar nuevas rechiflas y sus actos sean a puertas cerradas, siguiendo el estilo de Vicente Fox. A esto llegamos.
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