Mayúscula sorpresa causó el retorno de Carmen Aristegui a los micrófonos de la empresa que comanda Joaquín Vargas. Sólo el Diario de México revivió tras ser cerrado por órdenes de Díaz Ordaz y tampoco regresó Paco Huerta a conducir un programa de radio.
Al escribir estas líneas no se conocían los términos del acuerdo a que llegaron Aristeguí y la empresa MVS. Periodistas, analistas y gente de la política estaban seguros que la terminación del contrato fue por órdenes de Los Pinos y era definitivo.
Si el Presidente Felipe Calderón retrocedió, como supone la mayoría de comunicadores, es signo de que lo abruma la crítica, por momentos de agudeza extrema.
La vocera de la Presidencia de la República cometió un grave error al afirmar que la radiodifusora MVS había comunicado al gobierno la salida del aire de Aristegui. Fue como aceptar un compromiso de ambas partes sobre los contenidos de la información.
Aristegui ya había tenido problemas con “W” Radio por dar voz a numerosos críticos y esta vez preguntó si el Presidente Felipe Calderón “tenía o no problemas de alcoholismo”, a propósito de la manta que extendió el petista Fernández Noroña en la Cámara de Diputados.
Radioescuchas, lectores de periódicos y el medio periodístico entendió que esa fue la causa de la suspensión. A ello se debió que mucha gente participó en manifestaciones de apoyo a Aristegui, y en las mismas fueron dirigidos fuertes ataques al régimen calderonista.
Por cuanto se ha visto en la era priísta y en la del panismo, a ningún mandatario agrada la crítica. Unos la resisten más que otros y por lo general la sesgan o cancelan la que pueden.
Ningún jefe de Estado reconoce el cierre de publicaciones o la terminación de programas de radio. Se dicen respetuosos de la libertad de expresión y descargan culpas en los dueños de medios y concesionarios de radio y televisión.
López Mateos cortó la publicidad oficial al diario ABC de don Federico Barrera Fuentes hasta estrangularlo. Díaz Ordaz acabó con la revista “Política” de Marcué Pardiñas y cerró al “Diario de México” porque en un pie de fotografía equivocado se le identificó con dos mandriles.
Luis Echeverría asestó el golpe histórico a “Excélsior” y despojó a García Valseca de su cadena de periódicos.
En el caso de Paco Huerta fue simulada la venta de Radio ABC para acabar con un programa parecido al de Aristegui, en el cual se le daba acceso al público.
Huerta no volvió a la radio y se pensó que Aristegui correría la misma suerte. Nos falta saber cómo fue el arreglo.
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