- CCH Naucalpan… ¿Fuerzas del Mal?
- Colofón: Alcoholímetro y Torito en Toluca y Metepec
- De refilón: Guardias comunitarias y el subcomandante Moisés
- La del estribo: El Calzón
CCH Naucalpan… ¿Estudiantes o porros?- Para el soprano de las notas informativas, habría que dilucidar con mesura la explicación de los estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades de Naucalpan, para irrumpir y retener las instalaciones de forma tan vandálica; pero esto tendría que hacerse discutiendo si en realidad fueron alumnos quienes “tomaron” el CCH y es que, esas razones distan mucho de ser de estudiantes, parecieran más de una célula criminal.
Además, la incógnita prorrumpe al hacedor de las fábulas sotaneras, luego de la expresión de inconformidad que realizaron padres de familia, escolares ajenos al movimiento, docentes y personal administrativo, quienes denunciaron que detrás de la muestra de violencia de los pseudo colegiales, concurren tentáculos malignos de la izquierda o de grupos políticos que pretenden perturbar al estado de México y al Distrito Federal, a través de un supuesto estudiantado que, baste recordar, comenzó a operar a partir del movimiento YoSoy132 y la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Los feroces educandos o “porros”, exigen se quiten las rejas de todo el campus, se eliminen las cámaras de vigilancia, se deshagan de la seguridad en el plantel y se retiren las denuncias en contra de ellos y sus secuaces detenidos por golpear a jóvenes de los primeros semestres, además de eliminar exámenes como medida evaluatoria… Unas auténticas joyitas.
Lastimeramente, lo que se hace surge comprometiendo la esencia de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Alma Mater del país, la UNAM, cuyas aulas parecieran haber sido invadidas por nefastos intereses de grupúsculos que, en el mundo de los desestabilizadores sociales se conoce como “porros”. Y es curioso cómo cambian las cosas. El pescador de las ideas periodísticas recuerda que antes, en las prepas y colegios de bachilleres, en algunas facultades universitarias, los directores y rectores contrataban y formaban a su pequeño ejército de porros para ejercer su mando; en la actualidad, esos sujetos, portando pasamontañas, cubre-bocas y pañoletas para ocultar sus rostros, se adueñan de los planteles con pretextos tan infames como son el aumento de 50 pesos a los semestres o el anuncio de una reforma educativa que ni les corresponde. Se les conoce como “fuerzas del mal”.
Y estos sujetos tienen su propia organización: Llevan pasamontañas que les son entregados por los organizadores de “la acción”, mientras que los iniciados portan pañoletas. Para ser porro, es necesario pasar por un ritual sagrado de iniciación, que consiste en un bautizo a golpes y se les encargan misiones que van desde atracos simples hasta enfrentamientos con policías. ¿Y sabe Usted cómo pueden salir del grupo? Con otro bautizo pero más cruel o, extrañamente, muriendo en una batalla contra rivales o a manos de la policía confrontándose a balazos. Pinches locos ¿no cree?
Colofón: Alcoholímetro y Torito en Toluca y Metepec
Mientras paladea de una plácida bebida fermentada de barril escarchada, escoltada de un chamorro ligh y una tostada de camarón, el inventor de las crónicas irreverentes sonríe y cavila. Resulta que las matriarcales alcaldías del Valle de Toluca arrancaron un operativo conjunto para ponerles un freno a los borrachos adolescentes y ciudadanos que conducen en etílico estado y reducir así el índice de accidentes viales. Al parecer la idea es buena.
En la mayoría de los lugares donde opera el alcoholímetro, incurren dos factores de irresponsabilidad: la de unos, los más, la gente, nosotros y por otro lado, la extorsión de autoridades, policías, los menos, ellos. En esa mancuerna inicia actividades el cordón de freno que afecta directamente a los negocios y reduce en antros la posibilidad de “seguirla”, al menos allí, (porque de que la fiesta continuará ni duda cabe, sólo que será en casas, donde el control de las bebidas y la edad de quienes lo consumen no existe). Y pregunta el escribano ¿Cómo detener el desenfreno de jóvenes? ¿Cómo impedir que se diviertan? ¿Quién definirá o bajo qué concepto a quienes tengan que pernoctar en sus “toritos”? ¿Habrá supervisión de qué esto no caiga en la corrupción y el abuso? Por lo pronto, acá, en la tierra del chorizo, el asunto queda en manos de 70 policías gendarmes de Toluca, Contraloría y Derechos Humanos.
Para el irreverente periodista, prevenir tendría que ser política de gobierno: prever que haya luz, agua, seguridad en las colonias, drenaje, alcantarillas, banquetas en las comunidades, orden en el transporte, vigilancia en los parques, agentes en las esquinas donde no funcionan los semáforos… El alcoholímetro es medida extrema, dura… maternal.
De refilón: Guardias comunitarias y el subcomandante insurgente Moisés
La aparición y más bien, la expansión de guardias comunitarios, integrados por pobladores de las zonas en las que operan organizaciones delictivas, representan una expresión de desaliento ante la criminalidad y de desconfianza en las autoridades. No habría que minimizar el asunto. Lo dijo don Jesús Reyes Heroles “no despertemos al México bronco”… Y en los pueblos andan bostezando.
Por cierto, tras la dimisión del Santo Padre de su gobierno católico, otras renuncias se esperan, desde la de Elba Esther hasta la de políticos federales y estatales. La muestra ya la puso el subcomandante Marcos, del EZLN, quien ya presentó a su sucesor, el subcomandante insurgente Moisés.
La del estribo: El Calzón
Cuenta el controversial periodista Jesús “Chuy” Ruiz, que en sus andares por la vida, decidió dedicarse a la medicina y puso un consultorio en céntrica avenida de la capital del chorizo. Entre sus andanzas, charla que atendió en cierta ocasión a una lúcida reportera a quien, al terminar la consulta instruyó: “Bien, hemos terminado la auscultación. Puedes vestirte”. Al minuto, la exigente periodista salió y le gritó: ¿Dónde está mi calzón? Si no aparece llamó a mi abogado ¿eh?. Pero vamos –Respondió alarmado Jesús- “¡Yo no agarré tu calzón! ¡Lo juro! Y amiga, tampoco es como para llamar a tu abogado ¡No manches!” Claro que si –Alegó la reportera- ¡Voy a llamar a mi abogado! “¿Bueno? ¿Licenciado? ¿No dejé por ahí mi calzón?… Hasta otro Sótano. raulmandujano_6@hotmail.com tw: @raulmanduj
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