En actitud triunfal anunció el secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, Monte Alejandro Rubido García, que en los primeros tres meses de este año ¡sólo hubo 1 mil 960 homicidios por disputas entre narcomenudistas!
En esa cifra lúgubre no contó Monte Alejandro (así se llama) a militares, policías y particulares abatidos en las balaceras que estallan en todos los rincones de la república.
En tal paranoia de fuego y sangre ha caído la república. Si acaso se toma nota de hombres y mujeres muertos en el ámbito del narcotráfico, como sumas y restas sin importancia. Por miedo, los cuerpos policíacos no se atreven a capturar a los autores de tantos asesinatos.
Según cuentas de Monte Alejandro, en el último trienio del 2008 se registraron 2 mil 644 decesos relacionados con el narcotráfico. ¿Debemos echar campanas a vuelo porque únicamente hubo 1 mil 960 muertos de enero a marzo del 2009?
Dicho funcionario diferenció las cifras tétricas de los últimos dos trimestres, en los estados más castigados por el crimen organizado, de esta manera: Chihuahua: De 842 a 625, Baja California, de 515 a 108 y Sinaloa, de 346 a 177.
Como municipio, Ciudad Juárez ocupa el primer lugar nacional en la comisión de asesinatos. En el último trimestre del año pasado sucedieron 547 contra 331 del siguiente. Esto se explica por la presencia de al menos 6 mil soldados, además de agentes federales de la PGR y la Policía Federal Preventiva.
Mejor suerte corrió Tijuana en dichos períodos, dado que a fines del 2008 sufrió 421 crímenes violentos contra 90 en los tres primeros meses de este año.
Podríamos ponernos felices si la tendencia registrada en las mencionadas entidades fuese permanente hasta el final de los ríos de sangre. Pero ninguna seguridad se tiene que las matanzas y el actual estado de pánico nacional estén por terminar.
Es irresponsable y ruin que un funcionario, (de cuarto o quinto niveles), asuma esa actitud triunfalista e incluso alabe los 1 mil 960 muertos relacionados con el narcotráfico, en un trimestre.
Es grotesco que, en aras del proselitismo electorero, se recurra a la propaganda negra y sobre los cadáveres de tanta gente sean presumidos avances contra la delincuencia. La gente de mediano entender rechaza esa clase de desplantes.
El mismo Presidente de la República, Felipe Calderón, recibe críticas por convalidar el manejo publicitario de los crímenes. Dijo el Primer Mandatario que ha disminuido en 27 por ciento el número de decesos relacionados con la delincuencia.
Lo deseable es que continúe esa tendencia, pero podría revertirse porque los cárteles prevalecen. Se les han asestado algunos golpes, pero no suficientes para ser liquidados. Mientras continúen en libertad los capos de Sinaloa, Baja California, Ciudad Juárez y del Golfo con los “zetas”, no está escrita la última palabra.
Los manejos de cifras, de la manera como los presenta el gobierno federal, le causan peores daños. Otro ejemplo es el desempleo. El Presidente Calderón festejó que en marzo pasado se hayan genera 4 mil plazas de trabajo.
Sin embargo, el Primer Mandatario no dijo que se trata de empleos transitorios y durante su gobierno se han perdido 600 mil de base. El coordinador priísta Emilio Gamboa aclaró que, de acuerdo a las cifras del IMSS, en marzo se registraron 35 mil desempleados más. ¿Entonces?
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