Pedro Joaquín Coldwell, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, dijo en la ciudad de Colima, el pasado 7 de octubre: “Si estamos pensando en construir un nuevo país, también tenemos que erigir un PRI renovado, que corresponda a la nación que estamos imaginando”. (www.pri.org.mx)
En alguna de nuestras ediciones pasadas habíamos comentado palabras del político de Quintana Roo, en entrevista en el suplemento de Reforma, “Enfoque”, referidas a la cercanía que el entonces candidato tendría con su partido, en el caso de llegar a la presidencia de la República, lo cual ocurrió puntualmente.
También hablamos de expresiones de Enrique Peña Nieto sobre el tema, en entrevista que le hizo Excélsior el 10 de julio pasado. Pascal Beltrán del Río le planteó: -Si entiendo bien, usted se propone estar a la cabeza de las reformas del partido. El presidente Cárdenas le cambió el nombre al PNR para llamarlo PRM, y éste luego se cambió por PRI. ¿Ese tipo de reformas necesitaría el PRI? ¿Cambiar de nombre, de colores, de postulados?-
Respondió el ahora presidente electo: -Yo creo que será tema de un amplio debate al interior del partido. Te reitero: habré de estar cerca de mi partido. De ninguna manera se supone que yo sea el partido. Soy un miembro más de sus miembros. Con la elevada responsabilidad que me ha conferido la mayoría de los ciudadanos que participaron en la jornada electoral, habré de gobernar para todos y habré de postular lo que considere sirva para la modernización del partido y abrir el debate a su interior. Mi partido es plural. Amplio y diverso, y creo que vienen temas de gran debate, entre ellos los que señalas-.
Las cartas están sobre la mesa. En el Partido Revolucionario Institucional habrán de cumplirse los procedimientos para una convocatoria nacional a la Reforma que se anuncia. Una reforma que haga de esta institución política “un Partido de vida cotidiana (y) no sólo una instancia para ganar elecciones” como bien señala Pedro Joaquín Coldwell.
Sigue el presidente del CEN: “el nuevo PRI debe acompañar las acciones de gobierno, porque éste no es una empresa productiva, es un organismo político comprometido con un programa y comprometido con una ideología…”
No se trata de un golpe de timón como algunos supondrían. Fundamentado en la ideología social de su origen, en el Revolucionario Institucional se fortalecerá la voz de la militancia que acompañará a Enrique Peña Nieto en sus afanes por hacer del nuestro un mejor país. En sus esfuerzos por acabar con la corrupción que ha minado los esfuerzos nacionales por construir el país equitativo y justo que anhelamos, por ejemplo. Acabar con la corrupción en las estructuras de gobierno en sus tres poderes y en sus tres órdenes. No es menos la corrupción de la más pequeña de las instancias de una administración municipal, estatal o federal, que aquella que nos escandaliza por sus dimensiones en acciones mayores en la concepción y ejecución de las políticas públicas. Negociar beneficios ilícitos para particulares, a cambio de prebendas, desde puestos directivos en la Comisión Federal de Electricidad tiene menos relevancia que una confabulación amañada entre un agente ministerial y un juez, para la víctima de semejante acto de corrupción.
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