“…ni después ni antes de él hubo otro como él…” 2R.18:5
La historia registra diversos personajes que trascendieron por sus aportaciones a la ciencia, las humanidades, la cultura y otros campos. Citemos algunos de ellos: Constantino el grande, defensor del cristianismo; Alejandro Magno, conquistador incansable; Albert Einstein, célebre científico; Isaac Newton, científico, físico y matemático; Benito Juárez, impulsor de cambios radicales y profundos; Bill Gates, líder de Microsoft, etc.
La Biblia da cuenta de hombres y mujeres que por su fe y por sus obras también trascendieron a su tiempo y hoy por hoy siguen impactando la vida de millones de personas. Ejemplos: Noé, Abraham, Moisés, Ana, Débora, Rut, David, Daniel, Juan, Pedro, Pablo, Jesús, etc.
En esta ocasión, la reflexión gira en torno a Ezequías, rey de Judá, por el año 720 a. de C. Dice la Biblia que “ni después ni antes de él hubo otro como él”.
Al analizar el testimonio bíblico de Ezequías, observamos que su vida trascendente gira en torno a tres ejes fundamentales:
Primero. Hizo lo recto ante los ojos de Jehová. Esto es, quitó los lugares altos, quebró las imágenes, cortó los símbolos de Asera e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán (2R.18:4).
Con estas acciones, Ezequías desafió la actitud idólatra de todo Judá. Destruyó aquello que apartaba la fe del pueblo del único y verdadero Dios. Les mostró que la serpiente de bronce que Moisés hizo por mandato de Dios fue sólo para probar la obediencia de Israel; pues ahora sabemos que es un simbolismo de la muerte de Jesucristo en la cruz del Calvario. Por tanto, no había razón para que el pueblo rindiera culto a la serpiente, símbolo o imagen alguna (Nm.21:8-9; Jn.3:14-15). Estimado lector: ¿Rindes culto a alguna imagen o sólo adoras al verdadero Dios? ¡Hagamos lo recto ante los ojos de Jehová!
Segundo. En Jehová puso su confianza. Cuando Senaquerib, rey de Asiria, tomó todas las ciudades fortificadas de Judá, mandó decir a Ezequías: ¿Qué confianza es ésta en que te apoyas? (2R.18:19). Y al pueblo, dijo: No oigáis a Ezequías, porque os engaña cuando dice: Jehová nos librará (2R.18:32). ¿Qué dios de todos los dioses de estas tierras ha librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén? (2R.18:35).
Las circunstancias de Ezequías no eran sencillas. Estaba sitiado por un ejército mucho más numeroso y poderoso que Judá. Senaquerib había llevado cautivo a Israel a Asiria (2R.18:11-12). No obstante, Ezequías subió a la casa de Jehová, y oró a Dios, diciendo: “Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente. Es verdad, oh Jehová, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras; y que echaron al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron. Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios” (2R.19:15-19).
Dios respondió la oración de Ezequías, diciendo: “Así dice Jehová, acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni echará saeta en ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte. Por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová. Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo. Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos” (2R.19:32-35). Estimado amigo: ¿Tu confianza está en Dios o en tu propio yo? ¡Dios quiere que confiemos sólo en Él!
Tercero. Guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés. Ezequías sabía que Israel fue llevado cautivo a Asiria porque quebrantó el pacto y no atendió la voz de Jehová su Dios; y todas las cosas que Moisés siervo de Jehová había mandado, no las habían escuchado, ni puesto por obra. Ezequías supo lo que significa la bendición de la obediencia y las consecuencias de la desobediencia; por ello siguió a Jehová, y no se apartó de Él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés. Estimado lector: ¿Obedeces los mandamientos de Dios o los designios de tu propio corazón? ¡Dios quiere que le obedezcamos!
¿Cuál es el resultado de una vida trascendente como la de Ezequías? Dios estaba con él; y a donde quiera que salía, Dios lo prosperaba.
Querido amigo lector: ¿Deseas tener una vida trascendente como la de Ezequías? ¡Dios es quien da trascendencia a tu vida! Por tanto, haz lo recto ante Jehová, pon tu confianza en Dios y guarda sus mandamientos. Si esto haces, Dios también estará contigo y te bendecirá en todo lo que hagas. ¿Deseas hacerlo? ¡Hazlo ahora! ¡Hazlo ya!
*Pastor en la Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.org
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