Es preocupante que en México el costo del diésel y la gasolina se mantienen en los mismos niveles a pesar de la tendencia mundial a la baja en los precios del petróleo, expresó el presidente de la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM), Jesús Padilla Zenteno.
Quien cuestionó la decisión de la Secretaría de Hacienda de persistir en el control de los precios de los combustibles a pesar de la apertura a la libre importación, declaró que el sector transporte lamentó que aun cuando el próximo primero de abril se abrirá el mercado a la libre importación de gasolinas, la Secretaría de Hacienda anticipe que no habrá reducción en el precio de los combustibles cuando una de las justificaciones para impulsar la reforma energética fue precisamente la ventaja de la competencia en dicho mercado.
El empresario consideró que el impedir la baja en el precio de los combustibles, sólo beneficiará a las empresas importadoras que podrán adquirir producto más barato en el extranjero e introducirlo a México al mismo precio del mercado mexicano.
Señaló que “nos encontramos entonces ante un acuerdo que sólo beneficiará a las grandes empresas importadoras, cuyo margen de ganancia se elevará automáticamente sin generar ningún beneficio para el consumidor final”.
El empresario recordó que en Estados Unidos el precio de los combustibles es 30 o 40% más barato que en México y el litro de gasolina en ese país puede llegar hasta a 11.44 pesos, elevando el margen de ganancia para las grandes empresas importadoras sin ningún beneficio real para el mercado local.
Si bien, estimó, la apertura del mercado de combustibles favorecerá la aparición de nuevas empresas en el sector energético, Padilla Zenteno lamentó que los beneficios de reducir los costos de los combustibles no llegarán a otros sectores industriales, cuyos inversiones y ganancias se ven directamente afectadas por el aumento en el precio de las gasolinas.
Más lejos aún, señaló que no permitir un descenso en los precios de los combustibles perjudica al consumidor final pues cada aumento en estos precio repercute directamente en los costos de los productos de la canasta básica, iniciando por la industria de los alimentos.
Mientras Pemex era la única empresa autorizada para expender gasolina, se justificaba el control sobre el precio del producto a fin de no afectar los ingresos de la Federación, sin embargo, con la apertura a las importaciones esa justificación se termina pues los únicos beneficiarios serán las grandes empresas importadoras, señaló.
En sentido similar, recordó que desde el sexenio del presidente Felipe Calderón el aumento en el precio de los combustibles no ha frenado, por el contrario en el caso de la gasolina Magna de entonces a la fecha creció 95.6%; la Premium subió 69% y el diésel hasta 142.1%.
Obviamente una reducción en el precio de las gasolinas traerá un beneficio inmediato al sector transporte, confió Padilla Zenteno y dijo que la reducción de costos dará mayor espacio para mejorar la calidad de los sistemas de transporte, pues esos recursos pueden invertirse de otra forma para generar un beneficio directo a los usuarios y contrarrestar las castigadas tarifas del sector.
Finalmente, explicó que el gasto total de las empresas de transporte por pago de combustibles equivale al 23% de los costos de inversión y recordó que la escalada de precios no ha frenado desde 2004 cuando los combustibles se encontraban por debajo de los 5 pesos por litro, sin que ello se haya compensado a través de las tarifas.
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