Mientras el crecimiento de la población siga en aumento, la demanda de alimento se incrementará. En el caso de la pesca, la demanda en el año 2006 fue de casi 144 millones de toneladas, incluidos los 52 millones de toneladas provenientes de la acuicultura (pescados criados en cautiverio).
Pese a que la acuicultura sólo aporta poco más de la tercera parte de la producción de pescado anual, la pesquería tradicional sigue dominando el mercado a pesar de diversos retos en contra, así lo señala Patrick Love, autor del libro Pesquerías. ¿Mientras duren los cardúmenes?
Este libro que publicado en 2015 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), plantea que la pesca tradicional es un sector en constante crisis debido a que intervienen diversos actores.
Por ejemplo: Al encarecerse el precio de combustible, los pequeños y medianos barcos fueron suplantados por los más grandes, lo que supone un cambio en la captura, provocando una afectación en el empleo.
Detalló que «en los países industrializados, el número de pescadores disminuyó en un 24 por ciento entre 1990 y 2006, mientras que en Japón y Noruega, la cifra se desplomó entre 61 y 42 por ciento, respectivamente, entre 1970 y 2006».
En su investigación revela que en general, conforme disminuye la población de cierta especie, otras la reemplazan para mantener el mismo nivel de productividad, sin embargo, «si la mitad de las especies que la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) monitorea han sido explotadas por completo y una cuarta parte está sobreexplotada, el proceso de reemplazo probablemente no podrá continuar si no se da un cambio en las prácticas de gestión pesquera».
Así, el verdadero problema de las pesquerías tradicionales es el de la sustentabilidad, enfatizó, y que este problema de sustentabilidad implica más que equilibrar oferta y demanda con el medio ambiente, y puede resumirse como el manejo responsable para garantizar que el abasto de pescado continúe y, al mismo tiempo, que las pesquerías puedan contribuir al desarrollo social y económico de las comunidades que viven de la pesca.
Explicó que «los pescadores de pequeña escala tienen una importancia primordial pues proveen la mitad de la producción pesquera para consumo directo en el mundo, y es la única manera en que los consumidores pobres, pues pueden comprarse en pequeñas cantidades y a bajo costo».
Por ello, propone que la acuicultura, pudiera ser una solución sustentable en este sector, ya que el suministro de pescado no ha dejado de incrementarse en las últimas cuatro décadas, gracias a la acuicultura y las exportaciones han aumentado significativamente.
El comercio internacional de productos pesqueros se ha acrecentado de manera espectacular desde el año 2000, con un incremento de 32 por ciento entre 2000 y 2006 con un valor equivalente a 85 mil 900 millones de dólares.
Entre los peces que constituían más de la mitad de la producción acuícola mundial, 28 millones de toneladas eran los peces de aleta de agua dulce, seguidos por los moluscos con 14 millones de toneladas y en tercer lugar los crustáceos que aunque solo se producían 4.5 millones de toneladas, su valor era superior al de los moluscos.
Uno de los mejores ejemplos en cuanto a la funcionalidad de la acuicultura es China, que produce dos tercios de los 60 millones de toneladas cultivadas al año y obtiene casi la mitad de su valor de 79 mil millones de dólares. Estas cifras ayudan a explicar el predominio apabullante de la producción acuícola: más de 90 por ciento en este momento, y la producción crece más de 10 por ciento al año. «Y aún hay margen para más crecimiento», señala el autor.
Sin embargo, el término de sustentabilidad se trunca cuando Patrick Love reconoce que 85 por ciento de las exportaciones de los países desarrollados se distribuyen entre éstos y solo el 25 por ciento llega a países en vías de desarrollo.
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