En 2017 México ocupó el octavo lugar a nivel mundial en producción de miel, logrando exportar a países como Alemania poco más de 26 mil toneladas conforme a las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidad para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés).
En 2019 alcanzó las 61 mil toneladas, lo que representa 6.1% más que el promedio de la última década, su medida anual fue de 58,000 toneladas.
Estas tendencias indican que casi el 50% restante se queda en territorio nacional, cuya población consume un bajo porcentaje de miel, que en ocasiones es adulterada o suplantada.
El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) señala que se ingieren más de 14 mil toneladas de jarabe de fructosa, un tipo de azúcar que eleva los niveles de triglicéridos en sangre y de colesterol, por tanto, es una importante causa de obesidad.
Este escenario representa un conflicto para la sociedad mexicana, ya que perjudica al ecosistema al presentarse un mal manejo de la especie y afecta la salud de los individuos, el crecimiento de la industria apícola y la imagen del producto en el mercado nacional y extranjero.
El pasado mes de septiembre, tras dos años de importantes aportaciones y debates impulsados por académicos e investigadores de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán (FES) Cuautitlán, perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ubicada en el Estado de México (Edomex), fue aprobada la Norma Oficial Mexicana PROY-NOM-004-SAG/GAN-2018, Producción de miel y especificaciones y publicada el 29 de abril del 2020 en el Diario Oficial de la Federación.
Este hecho traerá significativos beneficios para consumidores, productores y la economía del país a partir de la estandarización de los sistemas de producción, recolección y procesamiento.
Hace más de cinco años el gobierno mexicano y las sociedades involucradas en el proceso de elaboración de miel se reunían para decretar una normativa que regulara los procesos y caracterizara este derivado apícola. Sin embargo, no se logró formalizar el trabajo.
La participación de la primera unidad multidisciplinaria de la UNAM fue fundamental para promulgar oficialmente la normativa que hasta ese momento se encontraba estancada, cuyo grupo de trabajo integrado por académicos de la institución que anteriormente trabajó en la estipulación de la NOM Propóleos, producción y especificaciones para su procesamiento.
En la Norma se plantean las especificaciones técnicas y la metodología para garantizar el cuidado de las abejas melliferas y la calidad de la miel producida en México y de la que proviene de otras partes del mundo. Hasta antes de su entrada en vigor no existía una legislación de carácter obligatorio para el producto interno y el importado.
La NOM considera diversos tipos de pruebas, que se fundamentan en análisis físicos, químicos y microbiológicos. Mediante éstos es posible determinar la humedad, inocuidad, concentración de azúcares, color, acidez, presencia de contaminantes, capacidad antimicrobiana y la cantidad y origen del polen de la miel, entre otras propiedades.
Así, en el documento oficial se establece que la miel que se comercialice, incluida la de importación, deba cumplir con las siguientes disposiciones: estar libre de cualquier ingrediente adicional y aditivo, como colorantes, conservadores y saborizantes; no estar adulterada (con agua, glucosa o fructosa, por mencionar algunos), ni ser sometida a tratamientos químicos o bioquímicos. También se apuntan los métodos, los reactivos y los procedimientos.
La NOM fue avalada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) y en ésta colaboraron, entre demás sociedades e instituciones, la Asociación Mexicana de Exportadores de Miel (AMENA) A. C., la Asociación Nacional de Médicos Veterinarios Especialistas en Abejas (ANMVEA) A. C., el Consejo Regulador de la Miel de Abeja Mexicana A. C., la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia y las FES Cuautitlán e Iztacala de la UNAM.
Destaca la miel de origen chino, el productor número uno en el mundo (casi 130 mil toneladas cada año), que vende el doble de lo que es capaz de producir, así lo expresó el doctor Tonatiuh Cruz Sánchez, responsable del Laboratorio de Biosprospección Microbiológica de Propóleos de la FES Cuautitlán.
“Debíamos considerar pruebas que nos ayudaran a detectar mieles falsas. Existe un problema con la miel de origen chino. Ellos hacen miel sintética, que pasa las normas de todos los países”. En otras palabras, sólo contienen azúcar, careciendo de las virtudes de la miel pura.
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