Los logros alcanzados en la protección forestal de la cuenca Amanalco-Valle de Bravo, Estado de México, es el camino a seguir en el desarrollo y aprovechamiento sustentable de los bosques en México.
Este proyecto los desarrollan los propios habitantes del área forestal, explicó a Mi Ambiente, Lucía Madrid, integrante del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostemnible (CCMSS).
La importancia de esta cuenca radica en que es una de las fuentes abastecedoras de agua potable a la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), al entregar este recurso a alrededor de 8 millones de habitantes del Valle de México, mientras que sus recursos naturales proveen la subsistencia de 53 comunidades rurales de alta marginación de esta region mexiquense.
El proyecto citado es la respuesta ante la presencia del Cambio Climático, grave desertificación, autoridades ineficaces, deforestación y reforestación oficial sin resultados, al tiempo que este tipo de organización social de comuneros, campesinos, ejidatarios, etc., constituyen una de las últimas resistencias para salvar los bosques.
En México, organizaciones civiles estiman que 500 mil hectáreas de bosque se deforestan al año, mientras que la Secretaría del Medio Ambiente (Semarnat), sostiene que sólo son 150 mil. Ante este negro panorama, núcleos ejidales han establecido diversos proyectos que por sí solos son ejemplo mundial, como la cuenca Amanalco-Valle de Bravo, trabajo que se realiza con coordinación con el CCMSS.
Recordó que en esta zona el 20 por ciento de la cuenca tenía índices de erosión superiores a las 50 ton/ha/año, por lo que la tierra perdía fertilidad, disminuía la productividad agrícola y se contaminaban los cuerpos de agua con agroquímicos y basura, además de la presión del urbanismo y abandono del campo.
Enfatizó que ahí se trabajó en el programa “Manejo Integrado de Paisajes Comunitarios”, bajo la idea de que el manejo de los territorios debe ser de manera integrada, aprovechamiento sustentable de los bosques, y que, al ser las comunidades en México propietarias colectivas de alrededor del 70% de la tierra, deben ser actores centrales del manejo sustentable y conservación de los recursos naturales.
Para iniciar el proyecto citado, se ordenaron 11 ejidos que suman unas 13 mil hectárea en la cuenca Amanalco-Valle de Bravo. En este esquema el CCMSS ha invertido alrededor de 400 mil dólares en la restauración de tierras forestales degradadas con cercado y reforestación de tierras dañadas por el ganado, actividades de soporte a la regeneración forestal natural, recolección de germoplasma local y siembra directa en áreas degradadas, a lo que se suma el apoyo de donaciones privadas y del programa de fondos concurrentes de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).
El reconocimiento internacional a este proyecto forestal mexiquense fue en el concurso “Una tierra para la vida”, convocado por las Naciones Unidas, que pone de relieve a las organizaciones que luchan de manera tangible contra la desertificación, degradación de la tierra y sequía.
A este respecto, datos proporcionados a Mi Ambiente por la Conafor, señalan que la cobertura forestal se ha reducido notablemente en las últimas décadas, por el pastoreo excesivo, expansión urbana y tala ilegal, además de incendios, plagas y problemas derivados de políticas públicas que inciden en las áreas rurales.
Por ello, es fundamental impulsar las actividades productivas, de protección, conservación y restauración en materia forestal y participar en la formulación de programas y en la aplicación de la políticas de desarrollo forestal sustentable. Esto hace imperante el que el sector forestal mexicano se aliste para la implementación del programa Reducción de Emisiones Derivadas de Deforestación y Degradación (REDD+).
Este programa mundial tiene tres pasos esenciales para su éxito: la preparación, la implementación y pago por resultados, a lo cual aspiran las comunidades dueñas de los bosques en México, poder vivir de su arbolado.
Esto redunda en que sólo por medio de un desarrollo rural sustentable se podrá transitar hacía una tasa de cero por ciento de pérdida de carbono en los ecosistemas forestales originales y concretar REDD+ en México, considerando que sólo en una perspectiva de integralidad, transversalidad y con un enfoque territorial será posible reestructurarlo, situación que se busca consolidar por medio de la Alianza México REDD+.
IMPULSAR COMUNIDADES ORGANIZADAS
Sin embargo, la realidad indica que los trabajos comunitarios forestales deben ser prioritario. Un estudio de la UNAM señala que cerca de 2,400 comunidades en el país aprovechan de forma sustentable sus bosques en zonas de Durango, Michoacán, Chihuahua, Oaxaca, Puebla, Jalisco, Guerrero y Quintaba Roo, donde se requiere de diversos impulsos para su establecimiento al 100%, ya que sólo 600 de dichas comunidades cuentan con empresas forestales que dan seguimiento a su madera, pero destaca el caso de 44 organizaciones que cuentan con certificación internacional.
Trabajo que es urgente implementar ante diversos problemas que se presentan en algunos polígonos de los bosques mexiquenses de Xalatlaco, Ocuilan, Amecameca, San José del Rincón, Temascaltepec y Valle de Bravo, que de acuerdo a la Protectora de Bosques (Probosque) pierda la entidad unas 2 mil hectáreas forestales al año.
PRIORIDAD COMUNAL EVITAR LAS TIERRAS INUTILES
Benjamín Ordoñez, profesor de Ingeniería en Desarrollo Sustentable del ITESM Campus Ciudad de México, comentó a Mi Ambiente que la protección forestal es un tema en donde el involucramiento de las comunidades es determinante para que se pueda dar un uso sustentable a los bosques y éstos sean protegidos por sus mismos dueños.
Añadió que las comunidades no deben verse como la última resistencia para conservar los bosques mexicanos. “Al contrario, son las primeras en promover la conservación (sólo que algunos políticos llaman a los terrenos en conservación, tierras inútiles). Las comunidades son saqueadas y reciben apoyos de programas de gobierno sin saber qué recursos naturales poseen”.
Indicó que la protección forestal es tema de varios actores y que el gobierno debe innovar, capacitar a las comunidades y vincular a la academia directamente con la producción y conservación forestal. Explicó que se ha carecido de visión integral y se pierden un sinnúmero de empleos que podrían estar bien remunerados.
En relación a la iniciativa REDD+, mencionó que es un reto que ofrece muchas oportunidades y que en México, se debe realizar por expertos mexicanos preferentemente, en lugar de personal improvisado; debe integrar la participación de las comunidades, técnicos forestales, académicos y la sociedad civil; debe conocer perfectamente bien el costo-beneficio del proyecto (ya que ahora el proyecto de fortalecimiento REDD+ y cooperación sur-sur se enfoca en otros temas, se ha gastado el presupuesto, no cuenta con expertos, se nutre de la Conafor y ha mostrado nula capacidad), contar con el personal calificado, entender que la escala de trabajo es uno a uno y no uno a 250,000.
NO SÓLO REFORESTAR, SINO SER SUSTENTABLES
De acuerdo al CCMSS, en México se estima que el 70% de los bosques y selvas pertenecen a ejidos y comunidades agrarias, y que en estas zonas naturales viven unos 12 millones de individuos, y que en dichas regiones producen 85% de la madera que se comercializa legalmente en México y los ejidatarios y comuneros deben ser reconocidos y apoyados como el ejemplo internacional que son en manejo sustentable de los recursos. Por ende, el gobierno mexicano no debe escatimar presupuesto para apoyar a los bosques comunitarios y mantener una política forestal que privilegie su uso sustentable.
EMPRESAS: QUE GOBIERNO SEA INCLUYENTE
Cabe destacar lo indicado por el organismo Reforestamos México de la empresa multinacional Bimbo, quien señala que en materia forestal debe mejorarse la gobernanza forestal ya que pese a que las capacidades institucionales del Estado mexicano en materia forestal se han fortalecido en la última década, el sector tiene que avanzar hacia dicho modelo en el cual el gobierno cumpla un rol facilitador para sumar esfuerzos del sector privado y el sector social en el manejo forestal.
Aumentar la productividad y competitividad del sector forestal ya que es urgente reactivar la productividad mediante una estrategia que armonice las plantaciones forestales comerciales con el manejo forestal sustentable de bosques y selvas naturales, a fin de incrementar la participación del sector forestal en el PIB, generar fuentes de trabajo, eliminar la pobreza y mejorar la calidad de vida de la población.
ÁRBOLES ARTIFICIALES, PARA EL FUTURO
En el proyecto Biosfera Dos que se realiza en Arizona, Estados Unidos se trabaja un proyecto llamado “Árboles Artificiales” que consiste en que la reforestación actual llegará un momento que ya no funcione ante la desertificación que acrecenta el cambio climático; por ello, y ante la falta de sitios en donde sembrar árboles y que al día se pierdan 356 kilómetros cuadrados de tierra forestal para ser tierras agrícolas, ha llevado a que John Holdren, director del centro de investigación Woods Hole, proponga la creación de árboles artificiales que pueden absorber más dióxido de carbono (CO2) que el arbolado natural.
De acuerdo a Allen Wright, investigador del Centro Biosfera Dos, los modelos de simulación se han establecido usando diversos elementos que atrapan el CO2, y se llegó a un ejemplar arbóreo de plástico que utiliza filtros de agua pero que han sido modificados para absorber CO2 del aire y el carbonato sódico que conlleva su fórmula le ayuda a extraer el CO2 con una velocidad similar a un árbol natural.
Dicho proyecto es un tronco que en su cúpula tiene una especie de pantalla circular de la que cuelgan tiras de plástico absorbiendo CO2 que al sumergirse en agua normal libera el CO2 atrapado, en pruebas de laboratorio este sistema individual ha logrado absorber hasta una tonelada de CO2.
SUDAMÉRICA Y SUS COMUNIDADES RURALES
De acuerdo al Centro para la Investigación Forestal internacional (CIFOR), en las últimas tres décadas, por lo menos 200 millones de hectáreas de bosques han sido transferidas legalmente a comunidades locales o pueblos indígenas. Como resultado de ello, las comunidades ahora son propietarias o gestionan alrededor de más del 11% de los bosques del mundo y en países subdesarrollados este poercentaje llega hasta el 22%.
Ello, explica Anne Larson, científica principal del CIFOR, es un primer paso que reconoce que “hay una mayor aceptación de la idea de que las personas que viven en los bosques podrían ser buenos gestores del bosque y/o pueden tener derechos legítimos sobre los mismos”.
Dicho organismo en comunicado de prensa, indicó que un proyecto de investigación sobre igualdad y medios de vida en el manejo forestal comunitario, Larson y otros investigadores compararon estudios de caso de América Latina, Asia y Africa.
Lo cual, destaca que en algunos países asiáticos los gobiernos o grandes empresas madereras tenían derechos sobre los bosques de mayor valor y las comunidades recibían tierras degradadas. En África eran grupos de élite los que cosechaban las recompensas económicas dejando en la pobreza a los campesinos.
Mientras que en las zonas forestales más grandes en manos de las comunidades están en América Latina, y donde “las comunidades enfrentan un camino muy largo y difícil desde la obtención de derechos en el papel hasta lograr su implementación, disfrutar los derechos en la práctica y mejorar sus medios de vida. En América Latina, se tienen diversos modelos de extracción de madera a escala industrial que no son apropiados para las necesidades y la situación real del uso sustentable de los recursos por las poblaciones locales”.
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