La importante Cumbre Climática de Nueva York, el penúltimo paso que no resultó serio y fructífero hacia la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de París 2015, terminó con un manojo de buena voluntad, pero nada por ley ni obligatorio. Lo que significa que todo está en el aire y que la COP21 de París 2015 puede ser desastrosa para el futuro del Planeta.
La citada Convención está aceptada y reconocida por 195 países. Su misión es crear un instrumento que obligue a combatir el calentamiento del Planeta para que la temperatura no rebase dos grados centígrados más con relación a la temperatura base que se tenía en el arranque de la industrialización masiva, allá por 1750.
Los efectos del Cambio Climático global cada vez causan más daños, pero los países del primer mundo, principalmente, se oponen a aceptar y firmar un acuerdo que los obligue legalmente a combatir el fenómeno, toda vez que el tener que reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI’s), lo llevaría a reducir sus actividades industriales y comerciales, lo que les causaría grandes pérdidas económicas y millones de empleos.
Ante esta situación, prefieren que las naciones emergentes sean las que tengan que hacer lo que les corresponde a ellos, lo que obviamente no es aceptado por los pueblos en crecimiento industrial y económico, como Brasil, India y China, entre otros. Esta es la razón por la que no se avanza.
CUMBRE CLIMÁTICA DE NUEVA YORK
La razón de esta cumbre era llegar a acuerdos vinculantes para afinarlos e incrementarlos para la COP21 de París 2015, donde supuestamente se daría a conocer el nacimiento del instrumento para combatir el Cambio Climático global que operaría a partir del 2020.
Sin embargo, todo quedó en el aire porque fue verbal, como frenar la pérdida de los bosques primarios del mundo para 2030, así como reducir al 50 por ciento deforestación para finales de esta década.
Lo anterior, supuestamente sería tan bueno que se le compararía con la posibilidad de sacar de la circulación todos los automotores existentes en el mundo. Y los beneficios de esto quedarían de manifiesto a partir del 2030.
Asimismo, se acordó sanear y remediar suelos degradados y, por supuesto, reforestar 350 millones de hectáreas, toda vez que los árboles absorben una parte de los gases de efecto invernadero, pero si son talados, no solamente se pierde esa función y la de producir oxígeno, sino que liberan el dióxido de carbono acumulado durante años.
Para finales del 2015, el sector financiero invertirá unos 200 mil millones de dólares en programas encaminados a la reducción de emisiones de GEI’s en países en desarrollo. La propuesta de la ONU es que se invirtiera un billón de dólares en la generación energética verde que sustituya una buena parte de la que se produce a base de combustibles fósiles.
Por su parte, las empresas petroleras trasnacionales y las naciones productoras externaron que lanzarían un proyecto de impacto inmediato para reducir emisiones de metano. Además de que 400 importantes empresas de 60 países apoyan que se imponga un precio a la generación de carbono.
El tema de gran trascendencia tiene que ver con la alimentación de la población mundial, abordado con toda la importancia, se acordó transformar prácticas agrarias para reducir emisiones de carbono e incrementar la productividad.
La captación de recursos para el Fondo Verde fue otro de los temas que dejó mucho que desear, pues la ONU espera recibir donaciones por unos 15 mil millones de dólares y solamente se juntaron 2,300 millones. Ese dinero sirve para ayudar a países en desarrollo se preparen para encarar el calentamiento climático.
México ratificó su donación de 10 millones de dólares para el fondo Verde, mientras que Suiza donó 100 millones, Corea del Sur otra suma igual; Francia anunció que dará mil millones, al igual que Alemania. También se dio a conocer que Dinamarca y Noruega hicieron donativos, pero no se dijo de cuánto.
PREOCUPACIÓN
Uno de los retos a enfrentar en los próximos 15 años en el mundo es el acelerado crecimiento del urbanismo, en el que se tendrán invertir 90 billones de dólares en infraestructura, porque esto implica mayor demanda de producción en todas las ramas, especialmente en la agroindustria y energéticos, según la Comisión Global sobre Economía y Clima.
Para que esos desarrollos urbanos sean más eficientes se recomiendan valorados compactos y conectados, lo que, de inicio, permitiría ahorrar unos 3 billones de dólares en su construcción.
Después habrá que invertir 9 billones de dólares de aquí hasta el 2030 para mejorar la eficiencia energética del transporte, industria y edificios. También se requiere destinar 4.7 billones de dólares en generación de energías renovables y captura de carbono.
PROTOCOLO DE KYOTO
La ONU crea en 1992 a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), de ahí a la fecha fue ratificada por 195 Partes. Después de muchas negociaciones se aprobó en 1997 el Protocolo de Kyoto, estuvo en vigencia del 2005 a 2012 y el cual no fue ratificado por Estados Unidos por no convenir a sus intereses. Sirvió para que los países que son grandes contaminadores redujeran sus emisiones de gases de efecto invernadero en 5.2 por ciento, tomando como base la producción de GEI’s en 1992. Al terminar la vigencia del protocolo y como los países ricos rechazaron otro instrumento, se acordó que el Protocolo de Kyoto tuviera un segundo periodo, del 2013 al 2020. Pero como el Protocolo de Kyoto no es ni la sombra de lo que se necesita para evitar que la temperatura global se incremente más de dos grados centígrados en el presente siglo, es menester que se firme otro instrumento que realmente sea efectivo, es decir, que obligue a todos a reducir sus emisiones por arriba del 40 por ciento. Dadas las emisiones de GEI’s que se han tenido, algunos estudiosos dicen que ni aplicando una reducción del 40 por ciento en las GEI’s evitará que la temperatura de eleve 4 ó 6 grados centígrados para fines del siglo. Así que lo recomendable para el nuevo protocolo son los energéticos renovables, claro, si se quisiera evitar la sexta extinción masiva y probablemente, la del ser humano.
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